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Sermón de TV

Una noche para recordar

La sangre de Jesucristo es la que nos libera.

Charles F. Stanley 17 de abril de 2021

En este mensaje, el Dr. Stanley examina los efectos del pecado y la rebelión en el corazón del hombre, y las medidas extraordinarias que Dios utiliza para rescatar a su pueblo y sacarlo de la esclavitud. En Egipto, los antiguos israelitas fueron salvados de la última plaga por la sangre de un cordero. Hoy, la sangre de Jesucristo es la que nos libera.

Este mensaje fue grabado antes de la crisis de COVID-19. Para proteger a nuestro personal y a la comunidad, estamos siguiendo las pautas de seguridad y practicando el distanciamiento social. Apreciamos su comprensión.


Bosquejo del Sermón

Una noche para recordar

PASAJE CLAVE: Éxodo 12

LECTURAS DE APOYO: Éxodo 13.3, 9, 14, 16 | Ezequiel 18.4 | Juan 3.3, 7; 14.6 | Hechos 4.12 | Romanos 3.23; 6.23; 10.13 | Hebreos 9.22, 27 | 1 Juan 1.9

INTRODUCCIÓN

No es difícil entender por qué Dios devastó a Egipto con 10 plagas.

Habían esclavizado a su pueblo imponiéndoles labores pesadas durante muchos años. A pesar de que el Señor envió una y otra vez a Moisés ante faraón con el mensaje de que dejara ir a su pueblo, este rehusó obedecer y su corazón se endureció cada vez más. De ninguna manera los dejaría libres de manera voluntaria. Por eso Dios lo obligó al enviar 10 plagas.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Dios tenía tres propósitos específicos al enviar las plagas.

1. Juzgar a Egipto y a sus ídolos. Aunque los israelitas habían sido invitados a vivir en Egipto después de que José fue usado por Dios para salvar a toda la nación de los devastadores efectos de siete años de hambruna, los egipcios pronto lo olvidaron y los sometieron a esclavitud.
2. Liberar a los israelitas de la cautividad egipcia, para traerlos a la tierra que les había prometido.
3. Prepararlo todo para la venida del Mesías prometido. El Señor rescató a Israel de Egipto para establecerlos como la nación de la que saldría el Salvador del mundo.

Después de las primeras nueve plagas, Egipto quedó destruido. Aunque los siervos de faraón le aconsejaron que dejaría ir a Israel, no les hizo caso y se negó a hacerlo en repetidas ocasiones. Sin embargo, la última plaga sería usada por el Señor para doblegar la voluntad de faraón. Esa fue la noche en la que Dios envió al ángel de la muerte por toda la tierra de Egipto para que muriera todo primogénito humano y animal.

Dios proveyó lo necesario para proteger a su pueblo.

Moisés dijo a los israelitas que seleccionaran un cordero por familia, o por cada dos familias pequeñas. Sus instrucciones fueron muy específicas y debían ser seguidas al pie de la letra (Ex 12.3-11).

  • Todos los corderos debían ser seleccionados en el décimo día del primer mes.
  • Cada cordero debía ser sin defecto, macho de un año y tomado de las ovejas o las cabras.
  • Debían guardarlo hasta el día catorce del mismo mes.
  • Luego, al atardecer, toda la congregación debía inmolar a los corderos.
  • La sangre debía ser puesta en los postes y el dintel de las casas en las que se comería el cordero.
  • El cordero debía ser asado al fuego por completo e ingerido esa misma noche, acompañado de hierbas amargas y panes sin levadura.
  • Nada debía quedar del cordero hasta el día siguiente. Lo que hubiera quedado tenía que ser quemado en el fuego.
  • Debían comerlo de prisa con los lomos ceñidos (con sus túnicas puestas y ajustadas con sus cintos), con los pies calzados y la vara en la mano. La meta era estar preparados para partir de en cualquier momento.

El Señor les explicó que esa era su Pascua.

“Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” (vv. 12-14).

Aquella sería una noche que jamás olvidarían. Toda la tierra de Egipto estaba llena de llanto y dolor, porque cada familia sufría la pérdida de un ser querido. Incluso el hijo primogénito de faraón murió. Sin embargo, el primogénito de cada familia hebrea que cubrió los marcos de la puerta con sangre, sobrevivió. Hoy en día, los judíos continúan celebrando la Pascua como recordatorio de la protección y liberación que Dios les dio en Egipto.

En una noche los israelitas fueron liberados de la esclavitud, y no se fueron con las manos vacías. Moisés les había dicho que pidieran oro, plata y ropa a los egipcios, quienes accedieron de manera voluntaria. Israel recibió la liberación y la provisión de Dios porque creyeron y obedecieron sus instrucciones.

La fe en la verdad de la Palabra de Dios sigue siendo esencial para la salvación.

Al igual que los israelitas, debemos creer lo que Dios ha dicho sobre la manera en la que podemos ser salvos.

  • Juan 14.6. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
  • Juan 3.3. “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
  • Hebreos 9.22. “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”.
  • Hechos 4.12. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
  • Ezequiel 18.4. “el alma que pecare, esa morirá”.
  • Romanos 10.13. “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

En Éxodo 13 se atribuye en cuatro ocasiones la salvación de los israelitas a la “poderosa mano del Señor”; y lo mismo sucede con nuestra salvación. No hay nada que podamos hacer para salvarnos a nosotros mismos. La salvación solo se obtiene por medio de Jesucristo, quien se ofreció como el Cordero de la última pascua, para liberarnos del pecado que nos esclaviza. Sin embargo, solo somos perdonados si confiamos y nos sometemos a lo que Dios enseña en su Palabra en relación con el pecado, el juicio y la salvación.

La Biblia no es un libro anticuado, sino uno que aún proclama la verdad.

  • Las Sagradas Escrituras nos advierten del juicio venidero. “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”.
  • La Biblia enseña acerca del pecado. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
  • Describe las consecuencias del pecado. “Porque la paga del pecado es muerte”.
  • La Palabra de Dios nos muestra el camino a la salvación. Es, al confiar en el sacrificio de Cristo, quien derramó su sangre en la cruz para que fuésemos perdonados, que somos redimidos de la consecuencia del pecado.

En aquel tiempo, la sangre de corderos y cabras salvó a los israelitas de la muerte, pero hoy la sangre de Jesucristo es suficiente para cubrir todos los pecados y darnos vida eterna con Dios. La manera en la que podemos recibir la salvación de Dios, es por medio de la fe en el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn 1.9).

REFLEXIÓN

  • ¿Qué hubiera pasado con los israelitas si hubieran ignorado las instrucciones de Dios, confiando en su propio razonamiento para protegerse del ángel de la muerte?
  • ¿Qué sucederá con aquellos que confían en sí mismos para salvarse, en vez de tener fe y someterse al plan de salvación del Señor?

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Este mensaje es parte de la serie Lecciones que aprendemos de la vida de Moisés.

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