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Sermón de TV

Una mirada analítica a la adversidad

¿Cuáles son las causas de la adversidad y cómo debemos afrontarla?

8 de julio de 2023

Cuando la incertidumbre, el dolor y las pruebas se cruzan en nuestro camino, solemos sentir culpa, negación o autocompasión. Puesto que tenemos garantizada la adversidad, necesitamos saber cuál es la mejor manera de reaccionar ante ella. En este mensaje, el Dr. Stanley examina las causas de la adversidad y explica cómo debemos verla.

Bosquejo del Sermón

UNA MIRADA ANALÍTICA A LA ADVERSIDAD

PASAJE CLAVE: 2 Corintios 11.23-28

LECTURAS DE APOYO: Mateo 27.46 | Marcos 15.34 | 2 Corintios 12.7-10 | Gálatas 6.7 | Hebreos 13.5

INTRODUCCIÓN

El mundo en el que vivimos se caracteriza por la adversidad.

En todas partes hay desastres, tragedias, trauma, miseria, sufrimiento y pérdida. Pero, ¿qué sucede cuando la adversidad nos toca de manera personal? ¿De qué forma desea el Señor que reaccionemos ante las pruebas? ¿Y qué es lo que trata de enseñarnos?

DESARROLLO DEL SERMÓN

En 2 Corintios 11.23-28 el apóstol Pablo describe las diversas adversidades que enfrentó por su servicio a Cristo. Como por ejemplo, prisiones, latigazos, naufragios, hambre, sed, entre otras. ¿Por qué el Señor lo permitió? Si este hombre fue el instrumento que Dios usó para proclamar el evangelio en el imperio romano, ¿por qué permitió que sufriera de esa manera y muriera por su fe?

No toda la adversidad es mala.

Desde la perspectiva humana, los sufrimientos de Pablo parecieran ser injustos, pero Dios usó esas dificultades para cumplir su voluntad. Fue durante su encarcelamiento en Roma que Pablo escribió Efesios, Filipenses y Colosenses. Y su carta a los filipenses está llena de gozo, pues comprendió que es por medio de la adversidad que Dios cumple su propósito en nosotros.

Las características de la adversidad

  • La adversidad es universal. La encontramos en todas partes, todas las personas la enfrentan, y puede afectar cualquier aspecto de nuestra vida.

  • La adversidad es imparcial. Como vivimos en un mundo caído, todas las personas —incluso los cristianos— experimentamos problemas.

  • La adversidad es dolorosa. Puede ser un dolor físico o emocional, pero de igual manera produce mucho sufrimiento.

  • La adversidad puede ser repentina. Puede que llevemos una vida normal, pero un accidente o una mala noticia del doctor puede sorprendernos y devastarnos.

  • La adversidad puede ser prolongada. En ocasiones el dolor físico o emocional continúa por varios años.

  • La adversidad puede ser intensa. Puede que nos sintamos tan mal, que incluso aquellos que tratan de ayudarnos sienten nuestro dolor.

  • La adversidad está fuera de nuestro control. Puede que nos sintamos solos y no sepamos por qué Dios ha permitido que esto nos ocurra.

Preguntas que hacemos en la adversidad

Cuando nos sentimos confundidos por la adversidad, casi siempre nos hacemos estas dos preguntas:

  • ¿Por qué? Aun Jesús se hizo esa pregunta al estar en la cruz. En ese momento dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt 27.46). El Señor siente compasión por nuestro dolor y comprende nuestra confusión. Pero también sabe lo que es mejor, y lo que desea alcanzar por medio de las adversidades, pues conoce nuestro futuro. En ocasiones nos revela su propósito, pero hay algunos asuntos que no comprenderemos hasta llegar al cielo. Sin embargo, mientras tanto, podemos confiar en Él, pues sabemos que siempre nos dará lo mejor.

  • ¿Quién? Casi siempre deseamos saber quién es el causante de nuestro sufrimiento. Y existen tres posibilidades:

    • Nosotros. Dios ha establecido el principio que nos enseña que segaremos aquello que hemos sembrado. Si pecamos contra el Señor, la adversidad puede ser consecuencia de nuestras acciones. Las decisiones del pasado son las que nos han guiado al presente.

    • Satanás. Ciertamente detesta al pueblo de Dios. En el libro de Job se dice que puede ser Satanás quien cause nuestro sufrimiento.

    • Dios. El Señor es soberano y controla toda adversidad. Es por eso que debemos recordar lo mucho que nos ama. Si permite que enfrentemos al tipo de sufrimiento es porque tiene un propósito específico para ello. Cuando el apóstol Pablo comprendió que el aguijón en su carne había sido para su bien, pudo expresar: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Co 12.9).

Respuestas ante la adversidad

Dependiendo de nuestra respuesta, las dificultades y los sufrimientos pueden acercarnos al Señor o alejarnos de Él. Podríamos responder de las siguientes maneras:

  • Buscar a quién culpar. Podemos reaccionar buscando a quién le echaremos la culpa por lo que enfrentamos. Pero esto solo intensificará nuestro enojo hasta que caigamos en amargura.

  • Tratar de escapar. Otra opción es tratar de evadir el dolor, al buscar un tipo de escape. Puede que para algunos la respuesta correcta la encuentren en el alcohol, las drogas y el sexo, pero todo eso solo complica nuestra vida y nos causa más problemas.

  • Negar lo que enfrentamos. Si pretendemos que todo está bien cuando realmente no es así, seguiremos sufriendo.

  • Sentir lástima de nosotros. Esa actitud no produce nada bueno. Sencillamente demuestra que no deseamos hacernos responsables por lo que vivimos.

  • Buscar más de Dios. Tenemos que venir ante Dios con nuestro dolor, pedirle que nos ayude y confiar en su voluntad. El Señor no se deleita en nuestro sufrimiento, sino que desea usarlo para bendecirnos.

Principios a recordar en la adversidad

Si estamos convencidos de que el Señor nos ama, y comprendemos la manera en la que usa la adversidad, podremos confiar en Él y ser bendecidos.

  • La adversidad es una de las herramientas más efectivas que Dios usa para fortalecer nuestra fe. Si ponemos nuestra mirada en la obra que realiza en nuestra vida, nuestra confianza en Él aumentará, aunque las circunstancias sigan siendo las mismas.

  • Cuando Dios manda adversidad a nuestra vida nunca es para lastimarnos, sino para ayudarnos. Dios usa el dolor para nuestro bien. Puede que su deseo sea disciplinarnos o moldearnos de acuerdo a su voluntad. En el caso del apóstol Pablo, el Señor quería protegerlo del orgullo, y le enseñó a depender de Cristo (2 Co 12.7-10).

  • Nunca estamos solos. Puede que no sintamos su presencia, pero nos ha prometido que nunca nos abandonará (He 13.5). Como creyentes, hemos venido a ser uno con Cristo, y su Espíritu mora en nosotros.

  • La adversidad puede ser un hermoso don de Dios. El dolor y el sufrimiento son instrumentos que Dios usa a menudo para corregir nuestros pensamientos y guiarnos por sus caminos.

La guía ante la adversidad

La Palabra de Dios nos muestra lo que debemos hacer ante la adversidad. Nos recuerda cuánto nos ama, nos muestra el propósito que tiene con las pruebas y nos anima a permanecer firmes ante los sufrimientos. El Señor desea ayudarnos en medio de las aflicciones, pero debemos acudir a su Palabra para recibir su guía, consuelo y sostén.

REFLEXIÓN

  • Al recordar las adversidades que hemos enfrentado en el pasado, ¿qué fue lo que aprendimos sobre el carácter, las promesas y los propósitos de Dios?

  • ¿Qué principios hemos aprendido de la Palabra de Dios que nos pueden ayudar ante la adversidad?

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