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Sermón de TV

Principio de Vida 6: El principio de sembrar y cosechar

Cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo.

1 de noviembre de 2019

Bosquejo del Sermón

Hoy se reproduce mañana. Lo que somos hoy es resultado de lo que hayamos pensado y como hayamos vivido en el pasado. Quienes actúan sabiamente hoy tendrán sabiduría en el futuro para tomar decisiones sabias. El mismo principio se aplica al área financiera. Aquellos que son sabios y ahorran en el presente, tendrán mañana en abundancia. Los que gastan hoy todo lo que tienen, tendrán muy poco o nada en el futuro. Es miope aquel que piensa nada más en el ahora y hace el menor esfuerzo posible, pues al llegar su día de pago tendrá una recompensa igualmente mediocre. La nación de Israel tuvo que aprender esta lección a un nivel muy personal. Su descarrío y su renuencia a seguir las instrucciones de Dios les dejó en una posición que no les permitió acceder a sus bendiciones.

«Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará».

El Señor da principios en las Escrituras que cumplen la función doble de advertirnos y alentarnos. Su Palabra dice: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gá 6.7). Esta es una ley inalterable que afecta a todas las personas en todas las áreas de la vida, la familia, el trabajo y el placer.

Los agricultores entienden el significado de este principio: cosechamos aquello que sembramos, más de lo que sembramos y después de sembrarlo. Veamos cada parte del principio para asegurarnos de entender todo lo que implica.

1. El principio se aplica a todos, tanto creyentes como incrédulos.

Este principio es irrevocable; nadie escapa sus consecuencias porque es una ley de la vida.

¿Nota cómo empieza Gálatas 6.7? Dice: «no os engañéis; Dios no puede ser, burlado». Esta es la causa del estilo de vida libertino e indulgente de muchos: se han engañado. Bien sea porque no creen la verdad, o piensan que de alguna manera son la excepción a la ley de Dios.

El que se atreve a burlarse de Dios cree que sabe más que Él. Tal necedad tiene consecuencias, como lo revela 2 Corintios 5.10: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo».

Si a usted le tocara comparecer ante el tribunal de Cristo dentro de cinco minutos, ¿qué clase de fruto podría mostrar?

2. Cosechamos lo que sembramos.

Segar lo que sembramos es buena noticia para aquellos que tienen buenos hábitos, pero es una idea espantosa para aquellos involucrados actualmente en actividades impías tales como promiscuidad, drogadicción, alcoholismo, abandono de hogar o maltrato a los demás en la escalera al éxito. No podemos sembrar malezas y esperar que produzcan manzanas. No podemos sembrar desobediencia a Dios y anticipar una cosecha de bendiciones. Lo que sembramos, eso cosechamos. No nos engañemos: segaremos la cosecha de nuestra vida.

3. Cosechamos más de lo que sembramos.

¿Por qué el labrador esparce su semilla? Porque espera cosechar mucho más de lo que sembró. Una sola semilla que germine puede producir docenas o hasta centenas de semillas más. El mismo principio se aplica al pecado y la rectitud: una pequeña decisión de hacer el bien o el mal produce una cosecha mucho más grande, de gozo o pena.

Hay cosechas que segamos rápidamente; otras tardan mucho tiempo.

Jesús usó la imagen de la semilla que germina para mostrar que si dejamos que la Palabra de Dios produzca cosas buenas en nosotros, los resultados se multiplican: «Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno» (Mt 13.23). Al otro extremo, el profeta Oseas describe lo que les espera a quienes optan por desperdigar semillas de maldad: «sembraron viento, y torbellino segarán» (Os 8.7).

4. Cosechamos después de haber sembrado.

Algunos se engañan porque su semilla actual parece no producir una cosecha inmediata. Por eso no cambian sus hábitos, creyendo erradamente que nunca tendrán una cosecha. Pero a diferencia de las cosechas del campo, que se recogen cada año casi en la misma época, la cosecha de la vida no tiene una fecha en el calendario. Hay cosechas que segamos rápidamente; otras tardan mucho tiempo. Pero no nos engañemos, el tiempo de la siega llegará. Si decidimos esforzarnos y dar más que el requisito mínimo, cosecharemos más adelante ricos dividendos.

«Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará». Este pensamiento trae consuelo y seguridad a quienes se esfuerzan fielmente bajo circunstancias difíciles. La fidelidad en tales situaciones produciráuna cosecha abundante en el futuro, pues nuestro Padre celestial siempre cumple sus promesas.

 

Extraído de la Biblia Principios de Vida por Charles F. Stanley, © 2010.

Este mensaje es parte de la serie Principios de vida.

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