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Sermón de TV

Preparados para la batalla

¿Cómo podemos ser fuertes y mantenernos firmes ante los ataques del enemigo?

15 de abril de 2023

¿Se ha preguntado alguna vez por qué hay tantas referencias a guerras en la Biblia? Como creyentes, estamos librando una batalla contra Satanás, quien se opone a nuestros esfuerzos de vivir en santidad. En este mensaje, el Dr. Stanley explica cómo podemos ser fuertes y mantenernos firmes contra los ataques del enemigo.

Bosquejo del Sermón

PREPARADOS PARA LA BATALLA
PASAJES CLAVE:
Efesios 6.10-14
LECTURAS DE APOYO: Éxodo 14.13 | Mateo 28.19, 20 | Juan 4.24 | Hechos 1.8 | 2 Corintios 4.4 | Efesios 1.18-20 | 2 Timoteo 2.3 | Santiago 1.2-4 | 1 Juan 4.4
INTRODUCCIÓN
Los cristianos estamos en una batalla entre el reino de luz y el reino de las tinieblas.
Haciendo uso de todo lo que tiene a su alcance, Satanás intenta estorbar la obra de Dios en nuestras vidas. Por supuesto, si estamos en Cristo, nuestros nombres están escritos en el Libro de la vida del Cordero y ya estamos destinados al cielo. Sin embargo, el diablo se complace en tratar de hacernos sentir que somos cristianos míseros e ineficaces. ¿De qué manera podemos evitar caer en los planes de Satanás? De acuerdo a Efesios 6, no hemos sido llamados a combatir al diablo, sino a mantenernos firmes en el Señor. Por medio de su poder podemos vencer la tentación, a pesar de cualquier circunstancia difícil.
DESARROLLO DEL SERMÓN
En Efesios 6 Pablo exhorta a los creyentes a “fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Ef 6.10-13).
¿Cuál es la naturaleza de nuestra batalla contra Satanás?

  • Es una batalla espiritual. Pablo no se refería a una armadura física (Ef 6.11). Nos habla de “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef 6.12). El cuerpo que hoy tenemos es transitorio, pero nuestro espíritu vivirá para siempre; y es por medio de él que nos relacionamos con Dios (Jn 4.24). Aunque el diablo no puede cambiar nuestro destino eterno, hará todo lo que pueda para dañar nuestra comunión con el Señor en este mundo, para alejarnos de su voluntad, y para hacernos sentir infelices y poco productivos a nivel espiritual.
  • Es una batalla personal. Pablo afirma: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne” (Ef 6.12). Se refiere a una pelea cuerpo a cuerpo. Todos los creyentes en Cristo enfrentamos tentaciones similares, pero el diablo también nos ataca y nos tienta de manera individual.
  • Es una batalla real. Una de las tácticas de Satanás consiste hacernos creer que Dios no existe. Segunda a los Corintios 4.4 nos enseña: “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Por medio de este engaño, Satanás puede poner en práctica sus estrategias de destrucción. Aunque el Señor permite la adversidad que proviene de Satanás, su Espíritu Santo nos capacita para avanzar en victoria y gozo, mientras confiamos en Él (Stg 1.2-4).

¿Por qué los hijos de Dios llegamos a ceder ante la tentación?
El Espíritu Santo mora en el corazón de cada creyente en Cristo. ¿Por qué entonces hay momentos en que somos derrotados en esta batalla espiritual?

  • Por ignorancia. Muchos creyentes ignoran que existe una batalla espiritual. Creen que lo malo y lo bueno que llega a su vida es consecuencia de la suerte.
  • Por no reconocer la existencia de Satanás. El diablo es real. Cristo habló con él en el desierto, sacó fuera demonios y enseñó acerca de los engaños del diablo. Cristo nunca hubiera hablado de un adversario que no existe.
  • Por carencia de entrenamiento. No solo debemos ser salvos. La Biblia nos enseña que el cristiano: “sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Ti 2.3). Los soldados en la fe tenemos que aprender a usar las armas espirituales, como la Palabra de Dios y la oración.
  • Por la propaganda del diablo. Siempre intenta opacar la gloria de Dios y perturbar su reino. En todo momento nos mentirá acerca de aquello que nos gustaría obtener. Una de las maneras en las que el enemigo obra, es hacer que las metas, los placeres y las posesiones de este mundo luzcan tan atractivas, que estemos dispuestos a alejarnos de Dios con tal de alcanzarlas.
  • Por las minas espirituales. En ocasiones los cristianos fallamos al no reconocer las zonas de peligro que enfrentarán. Algunos pecados pueden ser comparados con minas, porque nos toman por sorpresa y causan un gran daño. El diablo nos dirá: “Solo un poco no te hará mal”, pero al poco tiempo, podríamos llegar a desarrollar un hábito peligroso o tomar decisiones que pudieran destruir nuestra vida.
  • Por no contar con una instrucción bíblica adecuada. Nos reunimos el domingo en la mañana para adorar, pero también para aprender. Los sermones nos enseñan los principios que debemos seguir para enfrentar la batalla en victoria. Si dejamos de congregarnos, no perderemos nuestra salvación; pero el conocimiento espiritual y el reunirnos con otros creyentes es una parte importante en nuestra preparación para la batalla espiritual.

Debemos asumir la responsabilidad por nuestro pecado.
Algunas personas bromean al decir “el diablo me forzó a hacerlo”. La realidad es que el enemigo no puede obligar a los creyentes en Cristo a hacer nada. ¿Qué nos da poder para resistir al pecado?

  • Los creyentes contamos con el poder de Dios. Ninguno de nosotros puede enfrentar al diablo solo. Ha engañado a los seres humanos durante mucho tiempo; y sabe qué herramientas debe usar. Nuestra responsabilidad entonces es ser fortalecidos en el Señor (cf. Ef 6.10). Vencemos con el poder de Dios y no con el nuestro.

Un poco antes en Efesios, Pablo también escribe: “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es… la supereminente grandeza de su poder para con nosotros… según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos” (Ef 1.18-20). En otras palabras, el poder de Dios, el cual fue suficiente para resucitar a Cristo, también nos capacita para vencer el pecado. Y además, nos capacita por medio del Espíritu Santo para compartir el evangelio (Hch 1.8; Mt 28.18-20). En verdad: “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn 4.4).

  • Los creyentes contamos con la autoridad de Dios. Un oficial de la policía dirige el tránsito haciendo uso de la autoridad gubernamental que ha recibido, y no por su propio poder físico. De igual manera, no enfrentamos a Satanás solos; podemos resistirlo con el poder que radica en la autoridad de Cristo. Si andamos conforme al Espíritu, podremos ordenar al diablo a que se aleje de nosotros en el poder del nombre de Cristo.
  • Como creyentes en Cristo, podemos mantenernos firmes y ver cómo Dios pelea nuestras batallas. Nos ha llamado a ponernos la armadura espiritual y a estar firmes (Ef 6.11). Esto es similar a lo que Dios le dijo a Moisés (Ex 14.13), y siglos después al rey Josafat: “No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros” (2 Cr 20.17). Aunque estamos en una batalla espiritual, el Señor no nos llama a pelear con el diablo. Solo nos ordena mantenernos firmes en Él.

REFLEXIÓN

  • Reflexione en cuanto a las razones por las que los hijos de Dios podemos llega a caer al enfrentar batallas espirituales.
  • Muchos niegan la existencia de Satanás. ¿Cuál cree que sea la mejor evidencia de que las batallas espirituales son una realidad?
  • Reflexione en la enseñanza de que Dios no desea que peleemos solos nuestras batallas espirituales. Describa cómo mantenernos firmes con el poder del Señor difiere de intentar pelear contra el diablo por sí solos.

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