Muchos cristianos son espiritualmente ricos, pero no actúan como tales y a menudo eligen vivir como pobres. En este mensaje, el Dr. Stanley comparte más de 20 promesas acerca de nuestra fe. Lleve estas promesas en su corazón y confíe en que su Padre celestial cumplirá cada una de ellas.
Bosquejo del Sermón
Es fácil sentirnos agobiados por necesidades, tanto nuestras como de otros. Sin embargo, como hijos de Dios, tenemos acceso a incalculables riquezas. En el sermón de hoy, el Dr. Stanley enumera las promesas básicas que nos pertenecen como creyentes en Cristo, y explica por qué son decisivas en nuestra vida.
Pasaje clave: 2 Pedro 1.1-4
Lecturas de apoyo: Salmo 37.4; 103.1-3; Mateo 6.25, 31, 32; Juan 10.27-30; 14.1-3; Romanos 5.6-11; 8.38, 39; Filipenses 4.4-7; Hebreos 13.5; Santiago 1.5; 1 Juan 1.9; 5.14, 15
Muchos cristianos no viven como si tuvieran grandes riquezas espirituales. Comprender mejor esta bendición cambiará nuestra manera de pensar acerca de Dios y de nosotros mismos.
► “Dios ha dejado claro en su Palabra la maravillosa manera en la que ha provisto para nosotros; y, aun así, muchos viven como si fueran mendigos”.
Las promesas de Dios vinieron a ser nuestras desde el día en que reconocimos a Jesucristo como nuestro Salvador personal (2 P 1.1-4). Esta infinita riqueza espiritual incluye…
Reconciliación con Dios mediante la muerte de Cristo (Ro 5.6-11). Ahora somos hijos de Dios y sus herederos.
El perdón diario de nuestros pecados (1 Jn 1.9). Vivimos en un mundo corrompido por el pecado; pero podemos confesarnos delante de Dios y ser renovados.
La presencia continua de Dios (He 13.5). Nuestro Señor Jesucristo siempre estará con nosotros, y nunca nos abandonará.
La morada del Espíritu Santo en nosotros. El Consolador nos guía y capacita para que hagamos aquello para lo cual fuimos llamados (Lea Jn 14.26).
Provisión para nuestras necesidades diarias (Mt 6.25, 31, 32). Dios conoce lo que necesitamos cada día, y proveerá lo que es necesario para suplirnos.
Oraciones contestadas (1 Jn 5.14, 15). Podemos depositar nuestras cargas ante Dios con plena confianza de que responderá nuestras plegarias.
► “Una promesa de Dios es algo maravilloso”.
Nos concede sabiduría (Stg 1.5). Dios nos ayuda a reaccionar de manera correcta y a tomar decisiones sabias en cada situación que enfrentamos.
Nos da paz (Fil 4.4-7). Sin importar lo que pase a nuestro alrededor, el Señor reduce nuestro estrés.
Concede las peticiones de nuestro corazón (Sal 37.4). Si nuestra relación con Dios es lo más importante en nuestra vida, Él se encargará de darnos lo que deseamos.
Nos sana (Sal 103.1-3). Si bien, nuestras enfermedades serán sanadas algún día, Dios también puede restaurar nuestros cuerpos terrenales, si es su voluntad.
Nada puede separarnos del amor de Dios (Ro 8.38, 39). Somos amados por el Dios Todopoderoso, y nada podrá separarnos de ese amor.
Contamos con la seguridad eterna (Jn 10.27-30). Es imposible que nos arrebaten de las manos de nuestro Padre celestial.
Nos ha prometido entrada al cielo (Jn 14.1-3). Jesucristo prepara un lugar para nosotros, y regresará para llevarnos a nuestra morada eterna.
► “Hemos sido creados por Dios, y en nosotros mora el Espíritu Santo. Aquél que está en nosotros es mayor que el que está en el mundo”. (Lea 1 Jn 4.4).
Después de ver el sermón
¿Cuáles de las promesas de Dios que el Dr. Stanley ha mencionado hoy es su favorita? ¿Por qué la atesora de manera profunda en su corazón?
¿Cuál promesa es más difícil de creer? Dedique tiempo durante esta semana para hablar con Dios acerca de su renuencia, y pídale que abra su corazón para poder creer en ella.