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Sermón de TV

Las etapas de la fe

Descubra las tres etapas por las que Dios nos hace pasar para fortalecer nuestra fe.

4 de noviembre de 2023

A lo largo de las Sagradas Escrituras, Dios enfatiza que debemos depositar nuestra confianza en Él. Dios quiere que creamos quién es y que hará justo lo que promete. En este mensaje, el Dr. Stanley explica las tres etapas principales por las que el Señor nos hace pasar para fortalecer nuestra fe.

Bosquejo del Sermón

LAS ETAPAS DE LA FE

PASAJE CLAVE: Romanos 4.18-22

LECTURAS DE APOYO: Génesis 17.15-18; 18.1-15; 22.1-13 | Mateo 6.25-30; 8.5-10, 23-27; 9.20-22; 15.22-28 | Marcos 9.19-24 | Efesios 2.8, 9 | Santiago 2.21, 22

INTRODUCCIÓN

En los evangelios, Jesucristo elogió a los que creyeron en Él.

En cierta ocasión, sus discípulos le pidieron que les aumentara su fe. Esta es una petición que todos debemos hacer, pues todo creyente necesita tener más fe para poder enfrentar los obstáculos y andar en obediencia a Dios.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Como consecuencia de nuestro conocimiento limitado del Señor y de su Palabra, todos comenzamos nuestra nueva vida en Cristo con poca fe. En ocasiones, durante nuestra vida cristiana, tendremos una fe débil, pero al crecer en espíritu, esto cambiará, y nuestra confianza en el Señor se fortalecerá.

Las tres etapas de la fe

Abraham es un ejemplo de un hombre cuya fe aumentó mientras caminaba con Dios. Al examinar su vida, podemos distinguir cómo fue de una etapa de la fe a otra a lo largo de los años. En Romanos 4.20 se resume este proceso al decir: “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”.

Primera etapa: Poca fe

Esta etapa se caracteriza por el desasosiego, pues somos influenciados por lo que vemos, escuchamos o sentimos. Como resultado, nos llenamos de dudas. Tenemos poca fe, porque el enfoque no está en el Señor; y muchas veces esto ocurre por la carencia de conocimiento de Dios y de su Palabra. Si no aumentamos nuestro conocimiento del Señor y no reflexionamos a diario en las enseñanzas de la Biblia, seguiremos con poca fe. En las Sagradas Escrituras, aquellos que servían a Dios se caracterizaban por tener su mirada puesta en Él, y deseaban conocer más de su carácter, obras y voluntad.

Ejemplos de poca fe

  • Mateo 8.23-27. En una tormenta que se desató cuando Cristo y sus discípulos estaban en una barca, los discípulos tuvieron miedo, pero el Señor les dijo: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” (Mt 8.26). La fe de ellos se debilitó por lo que vieron (una gran tempestad), lo que sintieron (temor) y lo que pensaron que podía llegar a suceder (su muerte). Fallaron al no poner su mirada en Cristo.

  • Mateo 6.25-30. Cuando Jesucristo le hablaba a una multitud que estaba afanada por lo que necesitaban, les llamó: “hombres de poca fe” (Mt 8.30). Su fe era poca, porque estaban preocupados por lo que podría faltarles, en vez de enfocarse en Dios, quien siempre provee lo necesario para sus hijos.

  • Marcos 9.19-24. El padre de un muchacho que estaba poseído por un demonio clamó a Jesucristo por ayuda, al decirle: “si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos” (Mr 9.22). Su fe era débil, pues no veía solución para una situación que había enfrentado durante tanto tiempo. Pero el Señor le respondió: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mr 9.23). Fue entonces cuando el padre clamó: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Mr 9.24). Así como este padre, nosotros también deseamos creer, pero nuestra mirada casi siempre se aleja de Dios, para enfocarse en el problema que enfrentamos.

Segunda etapa: Gran fe

La poca fe es parte del proceso de crecimiento espiritual. Aquellos que tienen una gran fe han centrado sus pensamientos en el Padre celestial, y reflexionan en su Palabra para conocer su voluntad. Como la fe en esta etapa se basa en Dios, las dificultades no nos hacen caer, pues hemos aprendido a ver más allá de los problemas visibles, para ver lo Invisible, quien es nuestro fiel Dios.

Ejemplos de gran fe

  • Mateo 8.5-10. Un centurión vino a Cristo, para pedirle que sanara a su siervo paralítico. Le dijo: “solamente di la palabra, y mi criado sanará” (Mt 8.8). A lo que el Señor respondió: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mt 8.10). Lo que hizo que la fe del centurión fuera grande, fue su confianza en la autoridad de Cristo.

  • Mateo 9.20-22. En otra ocasión, una mujer que sufría de flujo de sangre creyó que sería sanada si tan solo tocaba el borde del manto de Cristo. Cuando el Señor se volteó para verla, le dijo: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mt 9.22). Su mirada estaba puesta en el poder de Cristo y no en su situación.

  • Mateo 15.22-28. Cuando una mujer cananea le suplicó a Cristo reiteradas veces que sanara a su hija, este respondió: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres” (Mt 15.28). Por su ejemplo aprendemos que, si ponemos nuestra mirada en Cristo, nuestra fe aumenta sobremanera, y llegamos a ver nuestros problemas con la perspectiva correcta.

Tercera etapa: Fe perfecta

En Santiago 2.21, 22 se muestra a Abraham como un ejemplo de fe perfecta. El término “perfeccionó” en este pasaje se refiere a terminado. Es una fe que ha sido probada y ha salido fortalecida. Cuando Dios llamó a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac, este estuvo dispuesto a obedecer por fe. Como resultado, su fe se perfeccionó, o fue completada. La fe perfecta descansa en la fidelidad de Dios, aún en medio de las tribulaciones, dificultades o pruebas.

Ejemplos de fe perfecta.

El relato de la vida de Abraham nos muestra cómo pasó de una etapa a la otra.

  • Primera etapa. Cuando Dios prometió a Abraham que le daría un hijo por medio de Sara, sus dudas le hicieron reírse, y pidió que Ismael fuera aceptado en lugar del prometido (Génesis 17.15-18).

  • Segunda etapa. En Génesis 18.1-15 el Señor dijo que dentro de un año Sara daría a luz un hijo. Ella también se rio y dudó de Dios; pero cuando la promesa se cumplió, la fe de los dos creció.

  • Tercera etapa. Para cuando el Señor le pidió a Abraham que ofreciera a su hijo como sacrificio, su fe había aumentado tanto, que obedeció de inmediato, a pesar de que se le había dicho que Isaac era el hijo de la promesa (Génesis 22.1-9). Confiaba tanto en la fidelidad de Dios, que creyó que su hijo sería resucitado, de ser necesario. Hasta le dijo a su siervo que él e Isaac adorarían a Dios en la montaña y luego regresarían.

Para que nuestra fe se fortalezca, debemos recordar lo que el Señor ha hecho en nuestra vida cuando hemos confiado en Él. Al recordar sus demonstraciones de fidelidad en el pasado, nuestra fe crece en el presente. También debemos reflexionar en las enseñanzas de la Biblia, para conocer su voluntad. Y observar con atención cómo responde a nuestras oraciones e interviene en las pruebas de nuestra vida. Por último, debemos agradecerle cada día por su fidelidad.

REFLEXIÓN

  • ¿Cuáles de las características de las etapas se relacionan más con su vida?

  • ¿En qué áreas le cuesta más trabajo confiar en Dios? ¿Cuáles son los obstáculos que le impiden tener una gran fe?

  • ¿Qué tan bien conoce el carácter, los caminos y la voluntad de Dios? ¿Medita en su Palabra a diario? Es muy difícil confiar en el Señor si no lo conocemos.

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