Tarde o temprano, cada uno de nosotros tiene que enfrentarse a la realidad de que todos hemos pecado y fracasado a diario. Pero la buena noticia es que la fidelidad de Dios nunca ha dependido de nuestra perfección. En este mensaje, el Dr. Stanley explora cuatro maneras en que experimentamos la fidelidad de Dios. Descanse en la naturaleza fiel de nuestro Padre celestial; Él nunca le dejará ni le abandonará.
Este mensaje fue grabado antes de la crisis de COVID-19. Para proteger a nuestro personal y a la comunidad, estamos siguiendo las pautas de seguridad y practicando el distanciamiento social. Apreciamos su comprensión.
Bosquejo del Sermón
La reconfortante cualidad de la fidelidad
PASAJE CLAVE: Gálatas 5.22, 23
LECTURAS DE APOYO: Génesis 32.9, 10 | Deuteronomio 7.9 | Salmo 33.4; 36.5; 119.90 | Lamentaciones 3.22, 23 | Lucas 24.40 | 1 Corintios 10.13 | Filipenses 4.7 | 2 Tesalonicenses 3.3 | 2 Timoteo 2.13 | Hebreos 13.5 | 1 Juan 1.9
INTRODUCCIÓN
La fidelidad es una de las cualidades más importantes en la vida de toda persona.
Necesitamos poder creer lo que otros dicen o prometen, y ellos también poder confiar en nosotros. La infidelidad es una forma de engaño o hipocresía, y conduce a sentimientos de decepción y traición cuando descubrimos que nuestra confianza en alguien se ha perdido. Como cristianos, debemos esforzarnos por ser fieles a Dios y a los demás.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Jacob elevó la siguiente oración al considerar todo lo que el Señor había hecho por él: “Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo” (Gn 32.9, 10).
Dios es fiel en todo momento, pero debemos prestar atención. Debemos considerar todas las ocasiones en las que ha demostrado ser fiel en nuestra vida y darle nuestra gratitud.
La Biblia declara la fidelidad de Dios.
- Deuteronomio 7.9 “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”.
- Salmo 33.4 “Porque recta es la palabra de Jehová, y toda su obra es hecha con fidelidad”.
- Salmo 36.5 “Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes”.
- Salmo 119.90 “De generación en generación es tu fidelidad”.
- Lamentaciones 3.22, 23 “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”.
- 2 Timoteo 2.13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo”.
Aunque en ocasiones seamos infieles, estos pasajes declaran que Dios es fiel en todo momento. Ni siquiera el pecado de sus hijos invalida esta verdad. Porque el Señor es inmutable, nunca cambia, y ninguno de sus atributos varían. Por eso podemos vivir confiados en que cumplirá todas sus promesas. Su fidelidad es una verdad en la que podemos descansar. Ya que dijo: “no te desampararé, ni te dejaré”, podemos confiar en que estamos seguros en Él (He 13.5).
El Espíritu Santo obra para plasmar en nosotros cualidades de la naturaleza de Dios; entre ellas la fidelidad. Debemos actuar de acuerdo con lo que hemos dicho y a lo que nos hemos comprometido a realizar. Hacer lo contrario es engañar. Sin embargo, ninguno de nosotros tiene la fortaleza, el poder ni la fidelidad para vivir separados del Espíritu Santo que mora en nosotros. Ni tan siquiera los discípulos de Cristo pudieron hacerlo. Por eso Cristo les dijo que esperaran en Jerusalén hasta que “[fueran] investidos de poder desde lo alto” (Lc 24.49).
Si ya hemos confiado en Cristo como nuestro Señor y Salvador, también hemos sido sellados por el Espíritu Santo, quien nos fortalece para que seamos fieles en todo momento. Pero si fallamos y contristamos al Espíritu, Él nos convence de que hemos pecado, para que podamos arrepentirnos y recibir su perdón. Sin lugar a duda es nuestro Consolador divino.
Dios ha prometido sernos fiel.
- Siempre nos perdonará. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn 1.9). El perdón solo es posible porque Cristo pagó nuestra deuda de pecado con su muerte en la cruz. Ahora Dios puede perdonarnos porque el sacrificio de Cristo satisfizo su justicia. Quienes hemos aceptado a Jesucristo podemos venir a Dios y recibir el perdón porque Él es fiel para cumplir esta promesa.
- La fidelidad de Dios limita el poder de la tentación. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co 10.13). Si descansamos en esa promesa, no tendremos que rendirnos ante la tentación. Dios ha puesto límite y ha provisto una salida, para que podamos resistir la tentación sin llegar a caer.
- Podemos tener la paz de Dios. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil 4.7). Si traemos nuestra ansiedad ante el Señor en oración, podemos recibir su paz incluso en medio de situaciones difíciles. Guardará nuestro corazón y nuestra mente y no nos permitirá rendirnos, ni culpar o acusar a Dios.
- El Espíritu Santo limita el poder de Satanás en nuestra vida. “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (2 Ts 3.3). El diablo está bajo el control de Dios y no tiene la libertad para hacer lo que desee en nuestra vida.
Estas cuatro promesas pueden capacitarnos para enfrentar cualquier desafío, pues contamos con la fidelidad de Dios. Puede que no comprendamos nuestra situación, pero podemos confiar en Aquel que perdona nuestros pecados, limita nuestras tentaciones, nos da paz en medio de las dificultades y controla lo que Satanás desea hacernos.
Nuestra confianza en la fiabilidad de las Sagradas Escrituras es puesta a prueba cuando pasamos por tribulaciones, pues estas desafían nuestra fe en Dios y en lo que ha dicho. Tales pruebas revelan nuestras áreas débiles, para que el Señor pueda fortalecernos y salgamos vencedores. Su meta es que el fruto del Espíritu que se describe en Gálatas 5.22, 23 se convierta en parte de nuestro carácter y de nuestro estilo de vida.
Si andamos en el Espíritu, nos caracterizaremos por ser:
- Devotos a Dios. Solo a Él seguiremos.
- Leales. Las demás personas tendrán la seguridad de que haremos lo que hemos prometido.
- Inquebrantables. Nuestra confiabilidad no cambiará de un día a otro.
- Firmes. Nos mantendremos firmes en nuestras convicciones y sin movernos cuando las circunstancias cambien.
- Confiables. Otros nos creerán, pues siempre hablaremos con la verdad.
- Fiables. Los demás podrán confiar en que llegaremos a tiempo y terminaremos lo que hemos prometido.
- Obedientes. Aunque no seamos perfectos, nuestro deseo será siempre obedecer a Dios.
- Fructíferos. Nuestra vida tendrá un impacto positivo en quienes nos rodean.
- Fieles. Seremos fieles a Dios y a las demás personas.
REFLEXIÓN
- ¿Qué tan seguro está de que puede confiar en el Señor en medio de cualquier circunstancia? ¿De qué manera Él le ha demostrado su fidelidad?
- ¿Qué tan fiel le es usted al Señor y a los demás?
Enlace de descarga
Este mensaje es parte de la serie Cómo demostrar un carácter piadoso.