En este mensaje, el Dr. Stanley nos recuerda que el Señor Jesucristo fue el mayor dador de todos, y nosotros celebramos su nacimiento dándoles a otros, también. Cuando piense en los regalos que le gustaría hacer este año, piense en lo que puede dar al Señor. Tenga la seguridad de que todo lo que le dé, Él se lo recompensará de una manera indescriptible.
Bosquejo del Sermón
LA NAVIDAD: TIEMPO PARA DAR
PASAJE CLAVE: Lucas 2.1-20
LECTURAS DE APOYO: Salmo 103.19 | Mateo 2.1-11; 9.20; 16.23; 20.28 | Marcos 1.35; 10.46-49 | Lucas 1.38; 24.49 | Juan 3.16; 13.21; 14.18; 15.1-17.25; 20.27 | Hechos 20.35 | Romanos 1.20 | 1 Pedro 2.24
INTRODUCCIÓN
Como consecuencia del sufrimiento o de situaciones dolorosas, la Navidad viene a veces acompañada de tristeza; pero de no ser así, se caracteriza por ser un tiempo de felicidad.
Nuestro gozo en Cristo, la razón principal para nuestra felicidad, se acentúa cuando damos, pues dar es una parte principal de esta celebración. El materialismo ha corrompido de cierta manera esta tradición, pero esto no debe ser una razón para dejar de dar regalos. Desde el comienzo, la Navidad ha sido un tiempo para dar. De hecho, el nacimiento de Cristo, su vida y su ministerio son un ejemplo de generosidad.
DESARROLLO DEL SERMÓN
El nacimiento de Jesucristo se caracterizó por la generosidad
Todos los que estuvieron involucrados en el relato de la Navidad dieron algo.
María dio su cuerpo y su reputación. De manera voluntaria, rindió su cuerpo para llevar dentro de sí al Hijo de Dios (Lc 1.38). Además, como no estaba casada, también ofreció su reputación. Su compromiso con José era tan serio como el matrimonio, y el que estuviera embarazada antes de la ceremonia nupcial era razón para que la apedrearan por aparente adulterio.
Augusto Cesar dio un decreto. Pidió un censo para inscribir a las personas por los impuestos (Lc 2.1-5). Aunque el emperador romano pensó que esta idea provenía de él, era Dios quien en su soberanía cumplía su propósito. De acuerdo a la profecía, el Mesías debía nacer en Belén, pero José y María estaban en Nazaret. El edicto de Cesar hizo que viajaran a Belén en el tiempo perfecto para el nacimiento de Cristo.
El mesonero dio un establo. Cuando José y María llegaron a Belén, la ciudad estaba tan llena, que no encontraron ningún lugar para quedarse (Lc 2.8-14). Aunque el local estaba lleno, el mesonero les dio lo que tenía, un establo, en el cual nació Jesucristo.
El ángel dio la noticia del nacimiento del Mesías. El primer reporte del nacimiento del Mesías fue dado por un glorioso ángel, a un grupo de humildes pastores (Lc 2.8-14).
Los pastores dieron su testimonio del Hijo de Dios. Al escuchar el anuncio y el lugar del nacimiento, se apresuraron para ver al recién nacido, el cual yacía en un pesebre. No pudieron quedarse callados, sino que les contaron a todos lo que habían visto y escuchado (Lc 2.15-18).
Los sabios dieron regalos dignos de un rey. Puede que estos hombres fueran astrónomos influenciados por las profecías de Daniel. Al ver una estrella brillante, comenzaron su jornada para encontrar al recién nacido Rey de los judíos. Al encontrarlo en Belén, lo adoraron y le ofrecieron oro, incienso y mirra (Mt 2.1-11).
Dios dio a su Hijo unigénito, el Señor Jesucristo. El mayor regalo fue provisto por Dios el Padre, quien ofreció a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados (Jn 3.16). Por medio de la fe en Jesucristo recibimos el perdón de nuestros pecados, somos hechos sus hijos, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y se nos da el regalo de la vida eterna.
La vida y el ministerio de Cristo se caracterizaron por la generosidad. El Señor se dio a sí mismo al:
Aprender. Jesucristo comenzó a crecer en conocimiento y sabiduría desde los 12 años. Se sentó en el templo con los fariseos y ancianos para preguntar y contestar preguntas.
Bautizarse. Mientras Juan bautizaba personas para el arrepentimiento de pecados, Jesucristo vino a él para ser bautizado. Aunque Él no tenía pecado alguno, fue bautizado para identificarse con aquellos que vino a salvar.
Ayunar y orar. Durante 40 días se preparó antes de comenzar su ministerio.
Ser llamado por el Padre. El Señor comenzó su ministerio para ir de ciudad en ciudad, para enseñar en las sinagogas.
Ser criticado y perseguido. Al comienzo las multitudes venían para escucharlo. Pero al darse cuenta de que el mensaje no era lo que deseaban escuchar, lo persiguieron.
Orar. Jesucristo se levantaba temprano para pasar tiempo a solas con su Padre celestial.
Enseñar en público y en privado. Instruyó a grandes multitudes, pero también dedicó tiempo para enseñar a individuos como la mujer que estaba junto al pozo, el joven rico y Nicodemo.
Sanar a los enfermos. A los lugares donde iba, sanaba a los enfermos. Se detenía para prestar atención a sus necesidades.
Capacitar a sus 12 discípulos. Aunque Jesucristo enseñaba a las multitudes, también dedicó tiempo para instruir de manera personal a los 12 hombres que llamó como discípulos.
Ofrecer su amistad. Se entregó para impactar la vida de otros. Al llegar a la casa de Lázaro, María y Marta para descansar, dedicó tiempo para enseñar, mientras María se sentó a sus pies para escucharlo.
Ofrecer su cuerpo para salvarnos (Mt 20.28). Fue arrestado, juzgado y crucificado a pesar de no haber cometido pecado alguno. En la cruz llevó nuestros pecados y recibió el castigo que merecíamos (1 P 2.24).
Jesucristo dio toda su vida. Incluso después de resucitar, continuó ministrando a sus discípulos, fortaleciendo su fe y dándoles ánimo, instrucción y dirección.
La generosidad debe caracterizarnos.
Un verdadero seguidor de Jesucristo anda como Él anduvo. La generosidad debe ser nuestra respuesta natural ante las bendiciones y provisiones de Dios. El Señor nos dice que es mejor dar que recibir; y los cristianos maduros saben que esto es cierto (Hc 20.35). Se deleitan en ser generosos. Su felicidad no depende de lo que otros les den.
Es nuestro Dios y Salvador quien nos ha dado más. Nunca podremos ofrecerle lo mismo, pero sí podemos demostrarle nuestro agradecimiento y amor al ser generosos. No hay nada que necesite, pero podemos entregarle toda nuestra vida y darle la alabanza y adoración que solo Él merece.
REFLEXIÓN
¿Cuál es su posición en cuanto a dar regalos durante la Navidad? ¿Ha dejado que el materialismo de este mundo le robe su gozo y generosidad?
¿Por qué da regalos en Navidad? ¿Lo hace porque desea expresar su genuino amor y gratitud, o por obligación? ¿Lo hace porque desea imitar a su Salvador?
¿Qué puede ofrecerle al Señor durante estas Navidades? ¿Hay algo que le esté negando, ya sea su actitud, su obediencia, su adoración genuina, su tiempo de oración, o su confesión y arrepentimiento por un pecado en el que ha vivido durante cierto tiempo?