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Sermón de TV

La grandeza de Dios

El Dr. Stanley explica la revelación de Dios, su carácter y sus atributos a la luz de las Sagradas Escrituras.

21 de enero de 2023

¿Cree usted que Dios está en control de sus circunstancias, o piensa que Él está sentado esperando que usted se equivoque de nuevo? El Dr. Stanley explica la revelación de Dios, su carácter y sus atributos a la luz de las Sagradas Escrituras.

Bosquejo del Sermón

LA GRANDEZA DE DIOS
PASAJE CLAVE:
Isaías 40.26 | Salmo 139.7-12
LECTURAS DE APOYO: Éxodo 3.14 | Éxodo 20.1-6 | Éxodo 32.12-14 | Jonás 3.1-10 | 2 Pedro 1.16 | Hebreos 1.1-3
INTRODUCCIÓN

Algunos, al imaginarse a Dios, se hacen una idea de un abuelo amoroso pero con control limitado sobre los sucesos de este mundo.

Sin importar lo que nos imaginemos, es importante que acudamos a las Sagradas Escrituras para aprender lo que el Señor nos dice de sí mismo. Es en la Biblia donde aprendemos cómo es Dios, qué le agrada y la manera en la que se relaciona con nosotros. De lo contrario, corremos el riesgo de hacernos una idea incorrecta y nos perderemos el gozo de tener una relación verdadera y enriquecedora con nuestro grandioso y majestuoso Dios.
DESARROLLO DEL SERMÓN

Isaías 40 gira en torno a la grandeza y majestad del Señor, y lo describe como mucho más superior que la creación. Incluso el rey más poderoso de este mundo viene a ser nada en comparación; su sabiduría y poder reinan sobre todo. Salmo 139 describe con mayor detalle la grandeza del Señor; aunque en esta ocasión se centra en su omnipresencia: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?... Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz” (Sal 139.7,12).
La grandeza de Dios

La Biblia está llena de referencias acerca de la majestad de Dios. El Salmo 93.1 nos dice: “Jehová reina; se vistió de magnificencia”. Isaías 40.1-26 explica cómo Dios es superior a toda su creación. En comparación con el Señor, las naciones de la Tierra son: “Como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas” (Is 40.15). De la misma manera, también es más poderoso que los ídolos, que como son hechos por los hombres, ni escuchan nuestras oraciones, ni nos fortalecen (cf. Is 40.18-20). El Padre celestial también es más grandioso que este mundo: “Él está sentado sobre el círculo de la tierra…Él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar” (Is 40.22). Es más majestuoso que el más grande de los reyes humanos, pues “convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana” (Is 40.23). Está por encima de los cielos y las estrellas, pues las “llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio” (Is 40.26).
Cuatro atributos de Dios

Reflexionemos en algunas de las características más importantes de nuestro Creador.

  • Dios es una persona. La Biblia enseña que nuestro Hacedor no es una fuerza invisible; sino que tiene emociones, inteligencia, voluntad y personalidad. Adán y Eva fueron diseñados a la perfección con esas mismas características (Gn 1.26). Es cierto que, desde su rebelión, todos nacemos en este mundo con una naturaleza caída. Sin embargo, aún somos hechos a su imagen y con la capacidad de tener una relación personal con Él.

A lo largo de toda la Biblia encontramos evidencias de esto. Cuando Dios le habló a Moisés desde la zarza ardiente, se presenta a sí mismo, no como “algo que es”, sino como “Yo Soy” (Ex 3.14). Los mandamientos en contra de la idolatría en Éxodo 20.15 revelan la respuesta emocional del Señor cuando los seres humanos colocan otras prioridades en el lugar que solo a Él le corresponde. También indica que, si le amamos y le obedecemos, podemos esperar recibir su cuidado y su incondicional amor (Ex 20.6). Y Jesucristo nos dejó la oración modelo para que hablemos con nuestro Padre celestial. Dios no es una fuerza impersonal, sino un amoroso Padre, quien nos invita a tener una relación personal con Él.

  • Dios es espíritu. Jesucristo dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn 4.24). En el libro de Apocalipsis Juan describe un trono celestial que estaba rodeado de una gloriosa luz, pero no describe al que estaba sentado en el trono. De hecho, el mismo apóstol escribió en otro pasaje: “Nadie ha visto jamás a Dios” (1 Jn 4.12).

Por supuesto que Jesucristo, el Hijo de Dios, tuvo un cuerpo físico mientras estuvo en este mundo; y las personas pudieron verlo y aprender acerca del Padre. Sin embargo, ahora mora en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, una vez que hemos confiado en Él como nuestro Salvador personal.
Como Dios y el Espíritu Santo son uno, su presencia está siempre con nosotros. Como está en todas partes, no tenemos por qué enfrentar solos ninguna prueba, tentación o dificultad. En todo momento estamos bajo su cuidado perfecto y ante su presencia (Sal 139.7-13; Mt 28.20). Como es espíritu, Él está en todo momento con cada uno de nosotros, sin importar en dónde estemos.

  • Dios es eterno. Nuestro Creador siempre ha sido, es y será. Su existencia no tiene principio ni fin; y no está limitada por el tiempo (Sal 90.1, 2). Esto es algo que nos cuesta trabajo comprender, pero nuestra limitación no cambia el hecho de que el Señor siempre ha existido. Como parte de la Trinidad, Jesucristo también comparte esta naturaleza eternal. En Juan 8.58 nos dice: “Antes que Abraham fuese, yo soy”.
  • Dios nunca cambia. Cuando hablamos de la constancia del Señor, nos referimos a que su naturaleza es invariable, y podemos confiar en sus promesas (Mal 3.6; Is 40.28). No pasará de Espíritu a solo un cuerpo físico, o de eternal a temporal. Sus principios y carácter son inmutables (Stg 1.17).

Un pasaje bíblico que causa preocupación en algunos es el que encontramos en Éxodo 32.12-14; el cual declara que: “Jehová se arrepintió” (Ex 32.14). Sin embargo, al reflexionar en por qué Dios decidió no destruir al pueblo de Israel, nos damos cuenta de que Moisés intercedió por ellos. Por supuesto, Dios es omnisciente y conoce el futuro. Sabía con anticipación que Moisés clamaría con fervor por su misericordia. Así que la palabra que podemos usar para explicar este pasaje en Éxodo es “antropomorfismo”. En otras palabras, la Biblia usa términos humanos para describir la respuesta de Dios a la oración de Moisés.
Otra ocasión en la que pareciera que Dios cambia de opinión es en la historia de la ciudad de Nínive (Jon 3.1-10). Jonás declara que esa ciudad sería destruida como consecuencia de su pecado. Sin embargo, cuando: “Vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (Jon 3.10). Como las personas reaccionaron al mensaje de advertencia de Jonás, el Señor no los destruyó. La historia de Nínive describe un principio inmutable: Dios está siempre dispuesto a acudir a los que desean reconciliarse con Él. Jesucristo afirma que no rechazará a los que vengan a Él (Jn 6.37); y afirma ser “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He 13.8).
REFLEXIÓN

  • Dios es una persona, es espíritu, es eterno y nunca cambia. ¿Cuál de estos atributos son los que más impactan su vida hoy, y por qué?
  • Como creyentes nacidos de nuevo, tenemos el privilegio de llamar “Padre” al Creador de todo el universo. ¿De qué manera, recordar esta verdad espiritual, cambia su perspectiva ante los problemas que enfrenta a diario?

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