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Sermón de TV

La corrupción del privilegio

El mayor privilegio que tenemos los creyentes es conocer a Dios.

14 de enero de 2023

El mayor privilegio que tenemos los creyentes es conocer a Dios. El Dr. Stanley enseña las consecuencias de alejarse de Dios, y cómo aprovechar al máximo el gran privilegio que se nos ha dado con la muerte y resurrección de Jesucristo.

Bosquejo del Sermón

LA CORRUPCIÓN DEL PRIVILEGIO
PASAJE CLAVE:
Romanos 1.18-32
LECTURAS DE APOYO: Génesis 1.26; 3.4 | Éxodo 32 | Salmo 19.1 | Jeremías 9.23, 24 | Juan 3.19 | Juan 14.7-10 | Hechos 14.11, 12, 15 | Romanos 2.14, 15
INTRODUCCIÓN

El mayor privilegio que podemos tener es conocer a Dios por medio de su Hijo Jesucristo.

Por medio del mundo natural, de nuestra conciencia, de la vida de Jesucristo y de la Palabra de Dios escrita podemos conocerlo tal y como Dios es. Es algo tan maravilloso, que hasta nos invita a enorgullecernos por conocerlo (Jer 9.23,24). Es lamentable que en ocasiones permitamos que el pecado incida en nuestra comprensión de Dios y de sus caminos. Al escoger alejarnos de la verdad que conocemos acerca del Señor, sufrimos consecuencias espirituales.
DESARROLLO DEL SERMÓN

En la epístola que Pablo escribió a los romanos explica que a veces los seres humanos rechazan las evidencias de la existencia de Dios y, por consiguiente, caen en una ceguera espiritual (Ro 1.18-32): “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Ro 1.20, 21).
Nuestro Padre celestial se nos ha revelado.
Reflexionemos en las cuatro formas en las que Dios se nos revela:

  • La revelación natural. La creación nos muestra que existe un ser inteligente y todopoderoso que ha diseñado todo el universo (He 11.3). Las estaciones, las variedades de frutos y vegetales y la diversidad de animales indican que existe un Creador sabio. Aun los cielos, llenos de estrellas y galaxias nos declaran la gloria, el poder y el orden perfecto de nuestro Dios (Sal. 19.1).

En sus enseñanzas evangelísticas, Pablo se refiere a Dios como el Creador, para ayudar a su audiencia a relacionarse con la necesidad de arrepentirse y de ser reconciliados por medio de Jesucristo (Hch 14.15). Aun sin tener acceso a la Biblia, las personas no tienen razón alguna para dudar de la existencia de Dios, pues su creación es el mejor testimonio.

  • Nuestra conciencia. Dios nos ha dado un sentido interno de su existencia (Ro 1.9). Incluso aquellos a los que nunca se les ha enseñado los mandamientos del Señor, por instinto conocen lo que es bueno (Ro 2.14,15). Por ejemplo, en casi todas las culturas, es normal condenar el asesinato, la violación y el robo. Nuestro corazón nos confirma que ciertas conductas son amorales.
  • Jesucristo. La creación y la conciencia humana pueden testificar de la existencia de Dios, pero nunca podrán ofrecer una imagen completa de quién es Él o de la manera en la que interactúa con nosotros.

La mejor revelación que Dios nos da de sí mismo es por medio de su Hijo Jesucristo. Fue en Él que tomó forma humana y anduvo entre humanos. Jesucristo reveló de manera perfecta el carácter y la naturaleza de nuestro Padre celestial (Jn 14.7-10). Amó de manera incondicional, perdonó pecados, sanó enfermedades, enseñó a sus discípulos cómo debían vivir y nos dio la seguridad de la vida eterna. Es el mismo hoy, y podemos experimentar una relación personal con Él.

  • La Biblia. La mejor manera de descubrir quién es Dios, es buscar en la Biblia su divina revelación. Este Libro nos revela la voluntad del Señor, y nos enseña de sus atributos, como por ejemplo su santidad y misericordia, los cuales no pueden ser vistos con tanta facilidad en la creación.

Los pasajes del Antiguo Testamento nos inspiran y desafían. Es en los evangelios donde aprendemos más acerca de Jesucristo. El libro de Hechos y las epístolas escritas por los primeros líderes cristianos, como Pablo, enseñan sobre la salvación y la vida que debemos llevar como cristianos. La Biblia es un regalo que nos revela quién es Dios y la manera en la que Él obra en el mundo.
El ser humano se ha alejado del conocimiento de Dios.
Cada persona cuenta con un conocimiento básico de la existencia de Dios (Ro 1.20). Sin embargo, cuando una nación, iglesia o individuo dejan de reconocer su autoridad soberana sobre sus vidas, comienza una senda descendente a la destrucción. En el pasado, muchos reconocían la existencia del Señor y tenían respeto por Él y por su Palabra; aun cuando no contaran con una relación personal con Cristo. Pero en nuestros tiempos, cada vez son menos los que creen que Dios existe, y mucho menos le honran.
Estos cambios no ocurren de un momento a otro. Hay cuatro etapas progresivas en que una persona o nación pueden llegar a la completa depravación.

  • Inteligencia: Todo ser humano llega a este mundo con cierto conocimiento de Dios, adquirido por medio de su conciencia y al ser testigo de la creación. Aunque a la humanidad se le ha dado la capacidad de conocerlo, muchos eligen cerrar los ojos ante la verdad para evitar tener que cambiar su comportamiento.
  • Ignorancia: Cuando las personas tratan de reprimir la verdad deshonran a Dios y, por tanto, Él los deja en las tinieblas que hay en sus corazones (Ro 1.21,22). Aquellos que rechazan la verdad llegan a caer en un estado de ceguera espiritual y ya no pueden discernir entre el bien y el mal. El apóstol Juan lo describe de esta manera: “y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn 3.19).
  • Indulgencia: Aquellos que buscan llenar el vacío causado por su rechazo al conocimiento de Dios, caen en los placeres de este mundo. Si por voluntad propia escogen adorar ídolos, ya sea la popularidad, el dinero o cualquier otra pobre escogencia, Dios los entregará a las concupiscencias de su corazón (Ro 1.23, 24). El pecado al final solo nos deja una sensación de más vacío y tristeza. Los placeres mundanos no pueden satisfacer la necesidad que tenemos de una relación personal con nuestro Salvador.
  • Un corazón impenitente: Por último, después de alejarse cada vez más de Dios, les entrega a una mente reprobada (Ro 1.28). Algunos pierden el juicio común, pues han reprimido tanto las verdades espirituales, que están “atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia” (Ro 1.29-31). Son tan inmorales, que no solo rechazan las leyes de Dios, sino que también se deleitan con aquellos que, de manera descarada, practican el pecado (Ro 1.32).

Lo maravilloso es que nadie está fuera del alcance de la redención de Dios. Sin importar cuánto ha caído en su vida espiritual, siempre existe la esperanza de la salvación, por medio de la fe en Jesucristo. Los que nos volvemos a Dios, contamos con la seguridad de que nos recibirá y nos dará la seguridad de la vida eterna.
REFLEXIÓN

  • Es fácil tender a darle mayor prioridad a otros aspectos de nuestra vida antes que a Dios. Ore de esta manera: “Padre, ¿existe algo en mi vida a lo que le he dado el honor que solo tú mereces? ¿Hay algo a lo que le doy más tiempo y devoción que a ti?”
  • ¿De qué manera podemos interceder por aquellos que viven en tinieblas espirituales? Pídale a Dios que destruya la ignorancia que los rodea y les revele su amor y bondad para con ellos.

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