En este mensaje, el Dr. Stanley traza la espiral descendente a la que nos lleva el pecado cuando creemos las mentiras de Satanás e ignoramos la Palabra de Dios. Pero no importa cuán oscuras sean nuestras vidas a causa del pecado, Dios está dispuesto y es capaz de perdonarnos, al igual que el padre de la parábola. Descubra cómo el simple arrepentimiento restaura nuestra relación con Él.
Bosquejo del Sermón
LA CONDICIÓN DEL CORAZÓN
PASAJE CLAVE: Lucas 15.11-32
LECTURAS DE APOYO: Lucas 15.1-10 | Hebreos 9.27
INTRODUCCIÓN
La condición de nuestro corazón determina la dirección de nuestra vida.
Este es un asunto muy importante, pues solo hay dos direcciones en la vida, las cuales nos guían por caminos opuestos y nos conducen a destinos diferentes. Usted puede caminar hacia Cristo a la vida eterna, o alejarse de Él a la muerte eterna. El factor determinante es la condición de nuestro espíritu.
DESARROLLO DEL SERMÓN
En la parábola del hijo pródigo, los personajes podrían representarnos a cada uno de nosotros. Podríamos estar viviendo un estilo de vida pecaminoso como el hermano menor, ser autosuficientes o rencorosos como el hermano mayor, o tener un corazón misericordioso como el padre en la parábola.
Esta es la última de tres parábolas que Cristo compartió con los fariseos en respuesta a sus quejas contra Él por la compasión que demostraba hacia los pecadores (Lc 15.1, 2). Todas estaban relacionadas con algo que se había perdido; como una oveja (vv. 3-7), una moneda (vv. 8-10) y un hijo (vv. 11-32).
Como la Palabra de Dios es verdadera, podemos confiar en que las enseñanzas que da por medio de esta ilustración de un hijo perdido son acertadas y deben ser acatadas. Si seguimos el camino que ese joven escogió, podemos estar convencidos de que también sufriremos las mismas consecuencias, aunque en ese momento no nos demos cuenta.
La senda descendiente del hijo pródigo
- Tuvo un deseo en su corazón. El corazón de ese joven deseaba la libertad. Sentía que la vida en la casa de su padre tenía muchas restricciones. Por eso, le pidió su parte de la herencia. A pesar de que la herencia debía recibirse después de la muerte del padre, este aceptó la petición de su hijo y le dio la parte que le correspondía.
- Tomó una decisión. Poco después, el hijo decidió dejar su hogar para satisfacer sus deseos sin que nada, ni nadie se lo impidiera. Una de las metas de Satanás es convencernos de que hacer nuestra voluntad y alejarnos de las restricciones de Dios es el comienzo de la verdadera vida.
- Se marchó. El hijo se fue a un país lejano. Pudiéramos decir que ese país lejano representa cualquier lugar que escojamos para salirnos de la voluntad de Dios. Puede ser a una cuadra de distancia o al otro lado del mundo, pues nos habla de la condición del corazón y no del lugar en donde estemos. El diablo despierta el descontento al resaltar lo que nos falta. Luego nos pinta una imagen de la buena vida que nos espera si lo seguimos. Sin embargo, siempre omite el resultado final que produce una vida de pecado.
Con el dinero suficiente para satisfacer sus deseos, el joven se fue para disfrutar los placeres del pecado. No tendría que rendir cuentas a nadie en un país lejano, así que podía hacer lo que quisiera. Pero Dios lo ve todo y un día le pedirá cuentas a todo ser humano. “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb 9.27).
- Fue engañado. El hijo pródigo cayó ante las mentiras del diablo sin considerar las consecuencias que recibiría. Malgastó todo el dinero “viviendo perdidamente” (Lc 15.13). Todo parecía ir bien.
- Vivió errante. El problema de vivir para nuestro placer es que lo novedoso se desvanece. La felicidad que antes sentíamos se acaba y nos damos cuenta de que la satisfacción que produce el pecado es temporal. En un intento por recuperar el placer, puede que vayamos errantes de una experiencia a otra, solo para descubrir que no hay placer duradero en el pecado.
- Se encontró en necesidad. El joven pronto se dio cuenta de que no solo menguaba su satisfacción, sino también sus recursos materiales. Por seguir sus deseos se quedó en bancarrota y sin amigos. Para empeorar el asunto, una hambruna llegó a esa región. Satanás nunca revela las consecuencias de caer en sus tentaciones, pues su deseo es destruir y arruinar a las personas. Su camino al placer está lleno de hogares, vidas y cuerpos destruidos.
Ante la desesperación, el hijo pródigo buscó trabajo con uno de los ciudadanos de ese país y se halló en la posición más baja que cualquier judío pudiera tener: tuvo que alimentar a cerdos. Tenía tanta hambre, que hasta llegó a desear ingerir el alimento de esos animales. A veces tenemos que tocar fondo para que nuestros ojos sean abiertos. Sin importar cuántas personas le habían advertido del peligro al que se dirigía, no pudo darse cuenta de su necedad hasta llegar al final del camino. Fue en ese momento que este joven se detuvo y pensó: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” (Lc 15.17).
El sendero del placer, el cual eventualmente lleva a la desesperación, ha sido transitado por muchas personas que rechazaron las advertencias de sus familiares y amigos. Al igual que el hijo pródigo, han perdido sus bienes y su dignidad; y, de alguna manera, también han llegado a desear el alimento de los cerdos. ¿Cómo puede algo que lucía tan bien al comienzo, llegar a ser malo? Siempre ocurre lo mismo cuando las personas se alejan de los caminos de Dios. Sin embargo, sin importar cuánto se ha alejado una persona del Señor y cuán profundo ha caído, Dios nunca deja de amarla.
- Decidió regresar a su padre. Al reflexionar, el hijo pródigo decidió regresar a su padre. Lleno de vergüenza y culpabilidad, planificó su confesión y partió hacia su hogar. Esa es la única solución para los que deseen regresar a Dios. Los sentimientos de vergüenza, culpa y convicción son resultado de la obra del Espíritu Santo, quien atrae a cada hijo pródigo hacia el Padre celestial. Dios está dispuesto a perdonar a todos los que vienen ante Él con humildad para arrepentirse, confesar sus pecados, confiar en la sangre de Cristo para ser purificados, recibirlo como su Salvador por fe y rendirse ante Él como Señor.
Así como el hijo pródigo fue acogido por su padre, Dios también acogerá a todos los que vengan a Él para salvación. No hubo reticencia por parte del padre a abrazar a su hijo menor y celebrar su regreso. Así es como Dios recibe a todos los que vienen a Él, incluso a aquellos que han destruido sus vidas. No hay nada que perder, pero sí mucho que ganar.
REFLEXIÓN
- ¿En qué condición se encuentra hoy su corazón? Puede determinarlo al examinar el camino que sigue. ¿Avanza hacia Dios o se aleja de Él?
- ¿Ha habido alguna ocasión en la que se ha negado a regresar al Señor por vergüenza o miedo de haberse alejado demasiado de Él? ¿Cómo la parábola del hijo pródigo contradice esa idea?
Enlace de descarga
Este mensaje es parte de la serie Bienvenido a casa: La parábola del hijo pródigo.