El agradecimiento debe ser una práctica constante para los creyentes, en especial cuando nuestra vida se complica. En este mensaje, el Dr. Stanley nos anima a permanecer agradecidos en medio de la adversidad. Con la gratitud viene toda una serie de beneficios que nos llenan de energía cuando nos sentimos abatidos: más conciencia de la presencia de Dios, confianza, alegría y menos ansiedad.
Bosquejo del Sermón
GRATITUD EN LA ADVERSIDAD
PASAJE CLAVE: 1 Tesalonicenses 5.16-18
LECTURAS DE APOYO: Deuteronomio 31.6 | Mateo 27.46 | Romanos 8.28 | Efesios 5.20 | Filipenses 4.6, 7 | Hebreos 9.27
INTRODUCCIÓN
Es fácil sentir gratitud cuando todo nos sale bien, pero 1 Tesalonicenses 5.18 (NVI) nos dice: “Den gracias a Dios en toda situación”.
Eso significa en lo bueno y en lo malo. Pero cuando no comprendemos por qué Dios ha permitido las pruebas y las dificultades, podemos caer en el error de permitir que la situación que vivimos apague nuestro agradecimiento. En vez de regocijarnos y alabar a Dios por sus atributos y por lo que ha hecho por nosotros, pondremos nuestra atención en el dolor que sentimos y dudaremos de su Palabra. Sin embargo, cuando escogemos ser agradecidos en cualquier situación, sin importar cómo nos sentimos, recibimos muchos beneficios.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Hay dos pasajes bíblicos que nos hablan específicamente sobre la gratitud en la vida del creyente.
1 Tesalonicenses 5.18. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. El Señor desea que tengamos un espíritu agradecido sin importar las circunstancias. Aún en medio del dolor y la dificultad podemos agradecerle por la salvación que nos ha dado, por su presencia en nuestra vida y por la obra que realiza en cada uno de nosotros.
Efesios 5.20. “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Aunque se nos dice que debemos dar gracias por todo, eso no incluye aquello que es contrario a la naturaleza de Dios o a sus mandamientos. Pero sí podemos agradecerle por lo que permite en nuestra vida y que está de acuerdo a su propósito. Él ha prometido usar todo lo que llega a la vida de los que le aman para nuestro bien, es decir, se refiere a los que han sido llamados de acuerdo a su propósito (Ro 8.28). Puede que no siempre podamos reconocer que aquello que nos da es bueno, pero en todo momento hará lo que es mejor para cada uno de sus hijos.
¿Por qué debemos ser agradecidos en todo?
Porque nos mantiene conscientes de que caminamos en la presencia de Dios, lo que contribuye a una vida consagrada. Como creyentes en Cristo nunca estamos solos, pues su Espíritu mora en nosotros. La gratitud nos recuerda su presencia y nos motiva a ver las dificultades desde la perspectiva de nuestro Señor. De esa manera podemos percibir cómo actúa por medio de la situación que vivimos y, además, podemos sujetarnos a sus promesas. Sin importar lo que suceda, podemos agradecerle, pues sabemos que nuestro omnipotente, omnisciente y misericordioso Padre nos sostiene en todo momento.
Porque nos motiva a buscar el propósito de Dios en todo lo que sucede. Los sufrimientos y pruebas inesperadas pueden hacernos dudar del Señor o hacernos sentir que se ha olvidado de nosotros. Pero ha prometido transformar aun aquello que era malo para nuestro bien (Ro 8.28). Podemos confiar en sus promesas y agradecerle por lo que hará en nuestra vida.
Porque nos ayuda a confiar en Dios cuando no entendemos el porqué. Puede que al enfrentar una prueba difícil no sintamos el deseo de dar gracias al Señor, pero es en ese instante que debemos ser más agradecidos. Dios conoce nuestras debilidades y honra nuestra obediencia cuando escogemos expresar gratitud.
Porque nos recuerda lo mucho que dependemos de su poder. El Señor no mira con agrado a los que no reconocen lo mucho que lo necesitan. La realidad es que dependemos de su poder en cada aspecto de nuestra vida. Pero en ocasiones no nos damos cuenta de eso hasta que estamos ante una gran dificultad. Son las adversidades las que muchas veces revelan nuestra debilidad y nos acercan a Dios. El creyente maduro vive cada día en absoluta dependencia al Señor, y se regocija con un corazón confiado y agradecido.
Porque nos ayuda a confiar en el Señor aunque no comprendamos lo que sucede. Es cierto que Dios no ha prometido explicarnos por qué debemos pasar por diversas pruebas, pero sí promete estar con nosotros en todo momento. El ser agradecidos nos ayuda a recordar que no tenemos que comprender todo, sino que hemos sido llamados a obedecer a nuestro Padre celestial.
Porque es esencial para sentir gozo en medio del sufrimiento. No es posible regocijarnos si no tenemos una actitud de gratitud (1 Ts 5.16, 18). Aunque sintamos un dolor tan intenso que no nos permita sentir gozo en ese momento, podemos tomar la decisión de expresar gratitud con nuestros labios hasta que ella venga a ser realidad en nuestro corazón. Dios puede escuchar nuestro dolor y sufrimiento, de la misma manera que escuchó a Jesús clamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt 27.46).
Porque fortalece nuestro testimonio. Es la combinación de las pruebas difíciles con nuestra actitud de gratitud, la que nos permite ayudar a otros que sufren una situación parecida a la nuestra. Cuando compartimos lo que vivimos con otros que no comprenden lo que Dios hace, nuestro testimonio se hace más poderoso.
Porque nos ayuda a reemplazar nuestra ansiedad con paz. El término griego para “paz” significa “unir”. Si optamos por agradecer a Dios en medio del dolor y el sufrimiento, nos unimos más a Él y su paz llena nuestro corazón. Puede que el dolor y el sufrimiento permanezcan, pero su paz reemplazará a la ansiedad. Esta paz solo está disponible para los que tienen una relación personal con Jesucristo. Aunque es cierto que en ocasiones sentimos ansiedad, no tenemos que permanecer en ese estado por mucho tiempo. Si perseveramos en la oración y le damos gracias al Señor, su paz guardará nuestro corazón y nuestra mente (Fil 4.6, 7).
Porque nos enseña a enfocarnos en Dios en lugar de en nuestras circunstancias. Si ponemos nuestra mirada en la dificultad que enfrentamos, el dolor será insoportable, viviremos sin paz y sin esperanza alguna. Pero al dar gracias ponemos toda nuestra atención en el Señor y nos recuerda que podemos estar convencidos de que...
No estamos solos.
Dios está con nosotros.
El Señor nos ama.
Nos ha dado vida eterna.
Cristo avanza con nosotros.
Él es quien nos da la victoria.
Y quien también transformará cada prueba para nuestro bien.
Porque nos fortalece física, emocional y espiritualmente. Los problemas y los sufrimientos pueden llegar a agotarnos. Pero al confiar en Dios, al mantener nuestra mirada en Él y al agradecerle, somos fortalecidos. Es su presencia en nuestra vida la que nos renueva para que podamos seguir adelante.
REFLEXIÓN
Cuando la adversidad y el sufrimiento llegan a su vida, ¿juzga a Dios por las circunstancias, o por el contrario, juzga lo que está ocurriendo a la luz de lo que nos dice Dios en su Palabra? ¿De qué manera los problemas afectan su gratitud y su habilidad de confiar en el Señor?
¿De qué manera nos capacita para enfrentar los momentos difíciles de la vida el tener una vida de constante gratitud?