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Sermón de TV

El padre que perdona

Descubra el amor de nuestro Padre por medio de la parábola del hijo pródigo.

17 de junio de 2023

En este mensaje, el Dr. Stanley explora el amor del Padre por medio de la parábola del hijo pródigo. Todos hemos pecado y nos hemos alejado de Dios a nuestra manera, pero no importa adónde nos lleve el pecado, el camino de vuelta a casa es siempre el mismo. Y al final hay un Padre que anhela abrazarnos.

Bosquejo del Sermón

EL PADRE QUE PERDONA

PASAJE CLAVE: Lucas 15.20-24

LECTURAS DE APOYO: Números 32.23 | Ezequiel 18.4 | Lucas 15.1-19, 25-32 | Romanos 6.23 | Hebreos 9.27 | 1 Juan 1.9

INTRODUCCIÓN

Jesucristo era experto en narrar grandes historias, y la parábola del hijo pródigo es una de esas grandes historias.

Al presentar la parábola del hijo pródigo, los recaudadores de impuestos y los pecadores en la multitud se acercaron para escuchar lo que diría. Pero también había escribas y fariseos santurrones en la audiencia, que lo criticaron por relacionarse con pecadores. Los dos grupos necesitaban una lección de la gracia y la misericordia de Dios; y eso es lo que recibieron por medio de esta parábola.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Esta parábola describe cómo un hijo le pide a su padre su parte de la herencia, se va de la casa y lo malgasta todo. Pero el más maravilloso personaje en esta historia es el padre perdonador. Jesucristo enseña que nadie ha pecado de tal manera, que le es imposible regresar a Dios arrepentido para ser perdonado.

Los pasos del hijo pródigo para alejarse del padre

  • Descontento. Este joven tenía todo lo que necesitaba en su hogar, pero aun así deseaba más.

  • Deseo. Quería disfrutar aquello que nunca había tenido, pues creía que sentiría satisfacción al consentir sus antojos.

  • Engaño. Fue engañado y creyó que le faltaba algo, lo cual solo podría hallar lejos de la casa de su padre.

  • Decisión. Escogió alejarse de las restricciones de su hogar con tal de poder disfrutar la vida que se había imaginado.

  • Partida. Se llevó su fortuna y se alejó de su familia para irse a una región lejana.

  • Deleite. Con suficiente dinero a su alcance, pudo disfrutar de los deleites mundanos. Probó el pecado y creyó que esa era la realización de sus sueños.

  • Desilusión. El pecado solo satisface por un corto tiempo. Aquello que creyó que le daría placer, le hizo sentir vacío. Aunque puede que el pecado produzca satisfacción al comienzo, su paga siempre resulta en muerte (Ro 6.23). Un estilo de vida pecaminoso destruye la felicidad, la paz y la seguridad.

  • Desesperanza. Después de gastar todo su dinero, vino una hambruna y el hijo pródigo tuvo que alimentar cerdos en una pocilga, mientras pasaba hambre. Comenzó a recordar todo lo que tenía en su hogar y lo comparó con la necesidad en la que vivía. Las expectativas que tenía de una gran vida habían terminado, pues ya no le quedaba nada. Por la gracia de Dios reconoció su condición y con arrepentimiento y humildad comenzó su retorno hacia su padre.

Los pasos del padre hacia su hijo

  • Su corazón fue herido. El padre del pródigo fue herido por los deseos que su hijo tenía de recibir su herencia antes de tiempo y abandonar su hogar.

  • Se preocupaba por su hijo. Como en el caso de cualquier otro padre que está lejos de su hijo, este también se preocupaba. No sabía si su hijo tomaba buenas decisiones o si padecía necesidad.

  • Lo esperaba con paciencia. Como los padres de nuestros días esperan que sus hijos rebeldes regresen, este padre añoraba ver a su hijo.

  • Estaba atento a su llegada. Este hijo nunca estuvo lejos de los pensamientos de su padre mientras este observaba el camino para ver si su hijo volvía.

  • Quería que su hijo regresara pronto. Sin importar lo que hubiera sucedido en la vida de su hijo, nada haría que su padre lo rechazara. Deseaba verlo tan pronto como fuera posible.

  • Le dio la bienvenida a casa. Llegó el día en el que el padre vio a su hijo en el camino, cuando este aún estaba lejos. Sintió compasión y corrió hacia él. En vez de recibirlo con reproches, lo abrazó y lo besó varias veces, a pesar de lo sucio que estaba. Este joven apenas pudo confesar su pecado y decirle que era indigno de ser llamado su hijo, antes de que su padre llamara a sus siervos, para que le dieran el mejor vestido, un anillo y calzado para los pies de su hijo. Luego les ordenó que mataran el becerro más gordo, para celebrar el regreso de su hijo.

En esta historia Jesucristo usa como ejemplo a un padre terrenal para representar la disposición de nuestro Padre celestial de perdonar a los que se acercan a Él en humildad y arrepentimiento, sin importar lo mucho que se han alejado en el pasado. Les mostró a los escribas y fariseos la actitud de Dios hacia los pecadores arrepentidos. Y a los publicanos y pecadores les hizo ver que el Padre estaba dispuesto a perdonarlos si confesaban su desobediencia y regresaban a Él.

Todos podemos vernos reflejados en los personajes de esta parábola. Ya sea en el hijo rebelde que está lejos de Dios, o en el padre que lo perdona y lo recibe de vuelta a su hogar, o en el hermano resentido, quien no creía que el hijo pródigo debía ser bienvenido.

Alejarse del Señor y vivir en pecado nunca es el camino para encontrar la felicidad. Al igual que el hijo pródigo, con el tiempo nos desilusionaremos. Pero nuestro Padre celestial nos perdona cuando regresamos a Él y nos apartamos del pecado. Nos da la oportunidad de comenzar de nuevo y una gran celebración ocurre en el cielo.

La única esperanza que tenemos radica en la gracia, el amor y el perdón del Dios todopoderoso. Como está determinado que el ser humano muera y luego sea juzgado, no debemos posponer la decisión de confiar en Cristo como nuestro Salvador (Heb 9.27). Él murió en la cruz para pagar la pena que todos merecemos por nuestro pecado. Por medio de la fe en Cristo y su sacrificio por nosotros, podemos ser salvos.

La reacción de Dios hacia nosotros hoy

  • Perdón. Por la muerte de Cristo y nuestra fe en Él podemos recibir perdón. Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).

  • Aceptación. El Señor no nos acepta por nuestras buenas obras, sino por la muerte de Cristo en la cruz, la cual saldó nuestra deuda con Dios. Todos los que confían en Él son hechos hijos de Dios.

  • Restauración. Se nos da vida eterna y el Señor restaura nuestra dignidad, actitudes y pensamientos.

  • Gozo. No solo nos regocijamos nosotros, sino también nuestros familiares y amigos que esperaban que nos acercáramos al Padre. Pero la celebración más grande, es la que ocurre en el cielo cada vez que un pecador se arrepiente.

Regresar al Señor es el comienzo de una relación personal con Él que nunca terminará. Aunque pequemos y seamos disciplinados, nunca perderemos nuestra salvación.

REFLEXIÓN

  • ¿Ha habido algún tiempo en su vida en el que ha venido arrepentido y humillado ante Dios, para confesar su desobediencia y pedirle perdón? De ser así, ¿cómo ha sido su vida restaurada? Si aún no lo ha hecho, ¿qué le detiene?

  • ¿De qué manera el ejemplo del padre terrenal de esta historia le ha ayudado a comprender mejor a su Padre celestial?

Enlace de descarga

Este mensaje es parte de la serie Bienvenido a casa: La parábola del hijo pródigo.

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