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Sermón de TV

Cuando nos sentimos agotados

Deposite la carga de sus responsabilidades en las manos de Dios.

9 de marzo de 2024

¿Se siente estresado y abrumado por las responsabilidades? Encuentre la clave para lidiar con el agotamiento: confiar en Dios y depositar la carga de nuestras responsabilidades en las manos del Señor.

Bosquejo del Sermón

CUANDO NOS SENTIMOS AGOTADOS

PASAJE CLAVE: Isaías 40.27-31

LECTURAS DE APOYO: Juan 3.16; 10.10; 11.25; 15.5 | Romanos 8.37 | Filipenses 4.7

INTRODUCCIÓN

Es común sentirnos agotados.

El estrés en nuestro centro laboral puede ser abrumador. La vida en el hogar, sobre todo cuando cuidamos niños o algún enfermo, puede ser muy desafiante. Los misioneros, pastores y ministros están expuestos a sentirse agotados. Enfrentar las pruebas con nuestras fuerzas nos llevará al fracaso. Le agradecemos al Señor que no hemos sido llamados a lidiar con las dificultades sin su poder. Los creyentes en Cristo que descansan en su Palabra saben que Él es Fiel en medio de cualquier situación que enfrenten.

DESARROLLO DEL SERMÓN

El deseo de nuestro Padre celestial es llenarnos de su infinito poder y que no dependamos de nuestras fuerzas.

“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is 40.28-31).

¿Qué nos provoca agotamiento?

La prueba. Las situaciones difíciles pueden llegar a cualquier área de nuestra vida, ya sea en la escuela, el centro laboral, las amistades y relaciones, la salud y la vida ministerial y espiritual.

La respuesta. Damos lo mejor de nosotros y empleamos todas nuestras fuerzas en buscar solución al problema por nosotros mismos.

La negación. La situación comienza a desgastarnos, pero aún creemos que podemos lidiar con ella. De pronto, aquello que renovaba nuestras fuerzas ya no ayuda. Como cristianos, casi siempre oramos y tratamos de seguir adelante, ignorando la implacable fatiga.

La salida. Por temor a no ser comprendidos, nos aislamos emocional y físicamente.

La amargura. Al creer que nadie nos entiende y que no podemos renovar nuestras fuerzas, algunos caen en el resentimiento y la ira, pues piensan que tanto Dios como sus hermanos en la fe les han fallado. En ocasiones, los creyentes en Cristo se alejan de la iglesia al sentirse abrumados por el esfuerzo humano que deben realizar. Y, aún peor, algunos hasta abandonan su fe.

¿Por qué nos agotamos?

  • Una visión equivocada del evangelio. Si hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador personal, nuestros pecados han sido perdonados y hemos recibido la vida eterna. Estas son en verdad muy buenas noticias. Sin embargo, tener una perspectiva errada de la salvación consiste en pensar que tenemos que cumplir ciertos requisitos para ser salvos. Algunos reducen su relación personal con el Señor a lo que deben y no deben hacer. Este enfoque va en contra de lo que Él enseñó.

Existen varios términos griegos que se usan en el Nuevo Testamento para hablar de la “vida”. Uno de ellos es bios, para referirse a la vida terrenal, y otro es zoe, en relación a “la vida eterna de Dios mismo”. Es el segundo el que Cristo usa en los siguientes pasajes: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”; y, “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 10.10; 11.25).

Al nacer de nuevo recibimos la vida eterna (Jn 3.16). Nos cuesta trabajo creerlo, pero el poder que estaba en Cristo mientras estuvo en la Tierra, es el mismo que mora en cada creyente. Por eso el Señor dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15.5). Al andar en comunión con Cristo podemos producir frutos espirituales, aunque estemos ante una gran adversidad.

La vida cristiana no significa que todo siempre estará bien, sino que podemos avanzar ante las adversidades por el poder de Dios. Con su poder podemos enfrentar las situaciones más difíciles. Sin Él, la vida cristiana es imposible.

  • Una visión equivocada de la madurez espiritual. Muchos creen que ser un cristiano sabio significa que esa persona nunca se equivoca, ni es tentada. Pero si pudiéramos llegar al punto en el que tuviéramos cada área de nuestra vida bajo control, no necesitaríamos del Señor. Gracias a Dios que la vida no consiste en tratar de cambiar nuestra conducta con nuestras propias fuerzas.

En vez de eso, la madurez espiritual significa que reconocemos que no podemos cambiar por nosotros mismos, sino que optamos por confiar en nuestro Padre celestial para que nos transforme. Es su poder morando en nuestro interior el que trae un cambio real. Como creyentes, nunca debemos dejar de crecer. Con cada prueba que enfrentamos, podemos estar convencidos de que el Señor demostrará su poder de una manera inspiradora.

¿Cómo podemos evitar el agotamiento?

Isaías 40.31 promete nuevas fuerzas para aquellos que esperan en el Señor. Este pasaje nos indica que Dios no nos creó para ser autosuficientes, pues conoce nuestras debilidades. Sin embargo, al esperar en el Señor, cambiamos nuestras debilidades por su poder. Es entonces que, al igual que el agraciado vuelo del águila, avanzamos en medio de las pruebas sostenidos con una paz y fortaleza que provienen de Dios.

“El Dios eterno es Jehová… No desfallece, ni se fatiga” (Is 40.28). Si buscamos fortalecernos en los recursos inagotables que el Espíritu de Dios provee en nuestro interior, no nos agotaremos espiritualmente. Si comenzamos a sentirnos exhaustos, debemos detenernos y preguntarle al Señor qué es lo que desea mostrarnos. Los fracasos pueden ser las mejores oportunidades si buscamos la corrección y la dirección de Dios.

¿Cómo podemos depender del Señor?

Isaías 40.31 compara a los que esperan en el Señor con águilas, quienes elevan su vuelo sin esfuerzo alguno. En otras palabras, si esperamos en Cristo, no lucharemos en nuestras propias fuerzas, sino que dependeremos del poder de Dios en cada situación.

Cuando se sienta abrumado, clame al Señor: “Confío en Ti; ayúdame”. Él se deleita en proveernos lo que necesitamos. Usted no tiene por qué tratar de suprimir deseos mundanos con su propia fuerza, ni seguir una lista de los requisitos que ha memorizado. Solo haga tres cosas: entréguese a Dios por completo, dependa y confíe solo en Él.

Aunque enfrentemos grandes batallas y dificultades, el Señor desea que continuemos disfrutando “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”, mientras depositamos nuestras preocupaciones sobre Él (Fil 4.7).

REFLEXIÓN

  • ¿En alguna ocasión ha sentido la necesidad de vivir de acuerdo con ciertas normas para ser considerado un buen cristiano?

  • ¿Qué significar rendirnos y dejar que Dios viva por medio de nosotros?

  • El Señor no espera que vivamos sin depender de sus fuerzas. Reflexione en el significado de esa declaración en el contexto del agotamiento.

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