En este mensaje, el Dr. Stanley nos enseña a aceptar los propósitos de Dios al permitir que pasemos por momento de adversidad. Y nos recuerda que debemos elegir ver la adversidad como una oportunidad y no como un obstáculo. Cuando lo hacemos, crecemos en nuestra semejanza a Cristo.
Bosquejo del Sermón
CRECIMIENTO EN LA ADVERSIDAD
PASAJE CLAVE: Efesios 4.15
LECTURAS DE APOYO: Salmo 32.8 | Romanos 5.3-5; 6.23; 8.28 | 2 Corintios 1.3-7; 12.7-10 | 1 Pedro 1.6, 7
INTRODUCCIÓN
Cuando un niño nace, esperamos que crezca, pero si no lo hace es debido a algún problema.
Ese mismo principio se aplica a la vida del cristiano. La salvación es el comienzo de nuestra relación con Cristo, pero después de nacer de nuevo, por medio de la fe en el Señor, debemos continuar creciendo en la gracia y en el conocimiento de Cristo (2 P 3.18). Al leer la Biblia, orar y observar la manera en que Dios obra en nosotros, podemos volvernos más semejantes a Cristo. Sin embargo, a veces Dios usa otros métodos que no esperamos. Ningún ser humano está exento de adversidad, y la misma puede venir a ser un estorbo o ayudarnos a crecer. Todo depende de nuestra actitud.
DESARROLLO DEL SERMÓN
La adversidad implica sufrimiento y dolor, que se relaciona con pruebas y decepciones.
Puede ser de naturaleza física, emocional o espiritual, pero siempre produce dolor. Aunque nadie desea sufrir, cuando esto ocurra, solo tendremos dos opciones: lamentarnos y quejarnos, o crecer en nuestra relación con Cristo.
El crecimiento espiritual en medio de la adversidad depende de dos factores.
Que reconozcamos el propósito de Dios en la adversidad. Él permite la adversidad por diversas razones.
Para captar nuestra atención. Es fácil ignorar a Dios cuando todo va bien. Pero es en la adversidad que ponemos nuestra mirada en Él.
Para vencer el orgullo. Si estamos bien, puede que nos sintamos tentados a menospreciar a otros, pero la adversidad nos humilla. Al apóstol Pablo se le dieron grandes privilegios, pero con estos también recibió “un aguijón en la carne” para que no se enalteciera (2 Co 12.7-10).
Para recordarnos nuestra debilidad. Al sentirnos fuertes y capaces de hacerlo todo, dejamos de depender del Señor. Pero Dios sabe cómo debilitarnos por medio de la aflicción. Y es por eso que debemos acudir a Él para ser fortalecidos.
Para que odiemos el pecado. El sufrimiento producto de la desobediencia nos recuerda las consecuencias del pecado. En ocasiones, Dios nos disciplina por medio de problemas para que aprendamos a odiar el pecado y practiquemos la justicia.
Para demostrar su fidelidad. Es en medio de las necesidades más grandes que comprendemos lo mucho que podemos confiar en el Señor. El dolor y el sufrimiento nos guían hacia su presencia en búsqueda de ayuda. Y es en medio de la adversidad que descubrimos que Él siempre es fiel.
Para capacitarnos para consolar a otros. Al ser consolados en medio de la aflicción, venimos a ser de ayuda para otros (2 Co 1.3-7). Si ya hemos enfrentado el mismo dolor, podemos comprender lo que otros sienten al transitar por el sendero en el que hemos estado.
Para que podamos servir al Señor. El dolor y el sufrimiento nos capacitan para servir a Dios de diversas maneras y suplir las necesidades de otras personas.
Para expresar lo mucho que nos ama. El amor de Dios nos protege de peligros que no veríamos sin las adversidades.
Para cambiar nuestra dirección. Dios usa la adversidad para que no nos descarriemos y para dirigir nuestros pasos hacia su camino.
Que reaccionemos adecuadamente ante la adversidad. Para crecer espiritualmente en medio de las pruebas, debemos reaccionar de la manera que el Señor desea. Y sabemos que ha prometido mostrarnos el camino por el que debemos andar (Sal 32.8).
Debemos ver que proviene de Dios. Nuestra primera reacción debe ser acudir a la Palabra de Dios, para así poder ver nuestra situación desde su perspectiva. De acuerdo a Romanos 8.28, “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Así que si Dios ha permitido que suframos, es porque tiene un buen propósito en mente.
Debemos preguntarle a Dios cuál es su meta. Las dificultades no deben ser vistas como situaciones que ocurren al azar, sino como oportunidades para aprender. Si las aprovechamos para aprender, valdrá la pena haber sufrido.
Debemos rendir nuestra voluntad a Dios. Aunque no podamos comprender por qué sufrimos, la reacción correcta es rendirnos ante la voluntad de nuestro Señor. Y podemos estar convencidos de que solo desea lo mejor para sus hijos.
Debemos descansar por fe en la fidelidad de Dios. El Señor siempre cumple lo que promete y es digno de nuestra confianza. Aunque suframos, debemos descansar en su fidelidad, pues sabemos que nos sostiene en todo momento.
La Biblia dice que Dios usa la adversidad para nuestro crecimiento espiritual.
La adversidad es la forma más eficaz de Dios para profundizar nuestra fe y compromiso a Él. Después de enfrentar la adversidad, nuestra confianza en el Señor es fortalecida (1 P 1.6, 7). Con cada prueba nuestra fe se fortalece, pues recordamos la manera en la que ha sido fiel en el pasado.
El aspecto en que experimentamos más adversidad es el que Dios usa para lograr nuestra madurez espiritual. El Señor ha trazado metas para nosotros, y sabe qué hacer para alcanzarlas. Cada día nos edifica más (Ro 5.3-5). Pero esto no puede lograrse de otra manera, sino solo por medio de las dificultades y sufrimientos.
Nuestra reacción ante la adversidad revela lo siguiente:
Nuestra perspectiva de Dios. ¿Creemos que es digno de confianza?
Nuestra perspectiva de nosotros mismos. ¿Creemos que nos ama y que somos sus hijos?
Lo que realmente tiene importancia. Si el Señor quita aquello que deseamos mantener, nuestra reacción mostrará lo que tiene prioridad en nuestro corazón.
Nuestros puntos débiles y fuertes. En medio de la dificultad es que descubrimos cuán fuertes o débiles somos en realidad.
Nuestra capacidad para resistir. ¿Tenemos una fe sólida que nos permite resistir? ¿O nos rendimos rápidamente?
Nuestra fe en Dios. ¿Cuánto confiamos en el Señor, como para creer que usa la adversidad para nuestro bien?
Nuestro crecimiento espiritual depende de la perspectiva que tengamos de la adversidad.
O la vemos como un obstáculo en nuestra vida, o como una oportunidad para crecer en nuestra relación personal con el Señor. Cada prueba tiene el propósito de que crezcamos en conocimiento y entendimiento de Dios, y que aprendamos a confiar en su fidelidad.
REFLEXIÓN
¿Ve la adversidad como un obstáculo o como una oportunidad para crecer espiritualmente? ¿Por qué?
¿Qué le impide rendirse a la voluntad de Dios mientras enfrenta dolor, decepción y sufrimiento?
¿De qué manera ha obrado el Señor en su vida por medio de la adversidad? ¿Qué lecciones le ha enseñado? ¿De qué forma le ha capacitado para servirle?