Algunas personas reaccionan ante lo desconocido con confianza y seguridad, mientras que otras lo hacen con miedo y ansiedad. En este mensaje, el Dr. Stanley utiliza la vida de Moisés para mostrarnos cómo podemos afrontar la vida con confianza y seguridad. No importa lo que enfrentemos, no tenemos razón para temer pues somos hijos de Dios.
Bosquejo del Sermón
CONFIANZA ANTE LO DESCONOCIDO
PASAJE CLAVE: Hebreos 11.23-29
LECTURAS DE APOYO: Éxodo 33.20 | Salmo 16.8 | Mateo 5.8 | Juan 1.1-3,18 | Romanos 15.4 | Colosenses 1.15 | 1 Timoteo 6.15,16 | Santiago 1.2-4
INTRODUCCIÓN
Los creyentes en Cristo podemos tener confianza ante lo desconocido.
La vida está llena de incertidumbres. Nada está garantizado; ni los empleos, ni la familia, ni las finanzas, ni la salud; y nada de esto provee un refugio duradero. Ninguna persona puede predecir los desafíos que vendrán mañana, mucho menos lo que sucederá en los años venideros. Sin embargo, la confianza genuina e invariable puede hallarse en nuestra relación personal con Jesucristo.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Los cristianos de nuestros tiempos pueden ser animados al estudiar cómo los santos del Antiguo Testamento mantuvieron su fe en Dios. Hebreos 11.27 nos declara que Moisés: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”. En otras palabras, este profeta puso su mirada espiritual en el Señor. Al seguir su ejemplo, debemos cada día ver nuestras circunstancias a la luz de la soberanía absoluta de nuestro amado Padre.
¿Por qué deberíamos tomar en cuenta las enseñanzas del Antiguo Testamento?
Al ver la manera diligente en la que Dios obró en la vida de esos creyentes, somos exhortados al reconocer que también nos guiará y consolará de la misma manera. En Romanos 15.4 se nos dice: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”. Al leer la Biblia, busque los principios que muestran cómo el Señor obra en la vida de sus hijos. Él no ha cambiado. Nuestro Padre celestial desea guiarlo hacia su perfecta voluntad, de la misma manera que lo hizo con los santos del pasado.
¿De qué manera Moisés resistió la incertidumbre?
Vez tras vez el profeta enfrentó la adversidad con confianza. Por ejemplo, regresó ante la presencia de faraón para demandarle que liberara al pueblo de Dios; también lidió con las 10 plagas y con la rebelión e idolatría del pueblo en el desierto.
Pudo hacer esto, pues: “se sostuvo como viendo al Invisible” (He 11.7). El término original que se traduce como “sostener” significa: “fuerza, valentía o la capacidad de sobrellevar situaciones difíciles sin rendirse ante la presión”. A pesar de las dificultades, este líder hizo la voluntad de Dios con toda confianza.
¿Por qué el Señor espera que tengamos gozo en medio de las dificultades?
Las pruebas son instrumentos de Dios para desarrollar nuestra madurez espiritual. Ningún sufrimiento se desperdicia en la vida del creyente en Cristo. Santiago anima a sus lectores, al decir: “tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Stg 1.2-4). Dios sabe cuál prueba o dificultad debe permitir en nuestra vida para que podamos crecer espiritualmente.
¿Cuál es la clave para que seamos sostenidos?
La Biblia nos declara que la razón por la que Moisés se sostuvo, fue porque puso su mirada en Dios. ¿Cómo fue eso posible? Desde luego, no vio a Dios el Padre, quien es invisible y “habita en luz inaccesible” (1 Ti 6.16). La Biblia nos dice que nadie ha visto a Dios (lea Ex 33.20).
La respuesta es que Moisés vio al Señor por medio de la fe y no con sus ojos físicos. El rey David también fue sostenido espiritualmente al mantener su enfoque en Dios: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido” (Sal 16.8). Aunque usaron diferentes términos, estos dos líderes mantuvieron su mirada puesta en el Señor.
En nuestros tiempos contamos con el beneficio de conocer mucho más de nuestro Padre celestial, pues Jesucristo lo reveló de manera perfecta (Col 1.15; Jn 1.1-3, 18). Además, el Espíritu Santo vive en el corazón de cada creyente y nos ayuda a discernir aquello que no podemos ver con ojos humanos.
¿Cómo podemos ver al Invisible?
Podemos ver a Dios cuando leemos su Palabra. Recuerde cómo actuó en la vida de personas como José, Moisés, David, Daniel y Pablo. Busque los principios bíblicos que describen cómo el Señor interactúa con sus hijos. Nuestro Padre celestial desea ser tan real en nuestra vida, como lo fue en la de los santos de la Biblia.
Podemos ver a Dios cuando identificamos sus obras tanto en la vida de otros como en la nuestra. Una vez que vemos la manera en la que Dios obró en la Biblia, también podemos comenzar a reconocer su manera de trabajar en nuestra vida y en la de nuestros seres queridos. De esa forma podemos ver cómo se manifiesta. El Espíritu Santo mora en cada creyente y nos capacita para que percibamos su presencia y podamos verlo obrar a nuestro alrededor (lea He 13.5).
Podemos ver a Dios cuando tenemos un corazón limpio. ¿Qué quiso decir Jesucristo al expresar: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5.8)? No se refiere a vivir libres de pecado, sino a tener una conciencia limpia al arrepentirnos de inmediato de la desobediencia. Al tener una mente pura podemos “ver” la presencia del Señor. Considere seguir este hábito diario: Al final de cada día, agradezca a Dios por la manera en la que obró en su vida y deposite en sus manos los planes que tiene para el siguiente día.
¿Cómo transformará esto nuestra vida?
Veremos la vida desde una perspectiva distinta. En vez de enfocarnos en lo que carecemos, pondremos nuestra mirada en el Omnipotente Dios. Esto nos ayudará a tener pensamientos positivos, tomar decisiones con confianza, ver las pruebas como oportunidades para crecer y desear estar más cerca del Señor.
La obediencia se vuelve más deseable que los placeres del mundo. Considere orar de esta manera: “Dios, acércame más a Ti, para que ya no desee pecar. Permite que la santidad sea el centro de mi vida”. Se sentirá más motivado por el amor de Dios y su deseo de revelarse en su vida.
Veremos la realidad con claridad. Tendremos el discernimiento para poner a un lado las mentiras del diablo y reconocer lo que trae verdadera satisfacción. Además, tendremos un mayor discernimiento sobre nuestras relaciones personales.
Valoraremos más lo eterno que lo temporal. Los asuntos de esta vida perderán importancia al compararlos con aquello que tiene un valor eterno. Nos detendremos a pensar en cómo administrar los recursos que tenemos para el reino de Dios, como el tiempo, dinero y talentos.
Las críticas y los malentendidos tienen menos impacto en nosotros. Aunque nunca serán placenteros, los juicios no tendrán el poder de desanimarnos.
REFLEXIÓN
Considere la evidencia de la presencia de Dios en una o más de las siguientes áreas: sus amistades, conversaciones, empleo, vida familiar, dones y talentos, finanzas y la influencia que tiene en la vida de los demás.
¿En qué maneras ya ve sus circunstancias desde la perspectiva de Jesucristo? ¿Cómo puede enfrentar su situación con la perspectiva del Señor en mente?