En este mensaje práctico, el Dr. Stanley explica que nosotros también deberíamos seguir a Dios como nuestro guía cada día. No tenemos una columna de nube como señalización, pero como creyentes, tenemos al Espíritu Santo en nuestro ser. Él es nuestro líder y se compromete a mostrarnos el camino correcto en cada circunstancia. Descubra lo que puede hacer para obtener discernimiento, reconocer la voz del Espíritu y seguirlo en santidad a través de cada desafío e incertidumbre.
Este mensaje fue grabado antes de la crisis de COVID-19. Para proteger a nuestro personal y a la comunidad, estamos siguiendo las pautas de seguridad y practicando el distanciamiento social. Apreciamos su comprensión.
Bosquejo del Sermón
Cómo vivir conforme a la dirección de Dios
PASAJE CLAVE: Éxodo 13.21, 22
LECTURAS DE APOYO: Josué 1.9 | Salmo 119.105 | Proverbios 3.5-8 | Isaías 64.4 | Mateo 7.7 | Juan 16.13 | Hechos 5.29-32
INTRODUCCIÓN
¿Quién o qué guía su vida?
Esa es una pregunta importante porque quien sea o lo que sea que nos dirija determina nuestra manera de pensar, acciones, deseos y caminos. Mucha gente hoy se deja guiar por sus sentimientos. Como resultado, carecen de la estabilidad que solo proviene de depender de la Palabra de Dios. Cuando el Señor es nuestra guía, nos da la claridad y las fuerzas que necesitamos para vivir como Él desea, mientras confiamos en Él.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud egipcia, no los dejó solos para que encontraran la tierra que les había prometido. Según Éxodo 13.21, 22: “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego”. Aunque viajaban por una tierra desconocida, nunca se perderían, siempre y cuando siguieran la columna de nube y la de fuego.
Hoy contamos con la Palabra escrita de Dios como nuestra guía infalible para la vida.
El Señor, por su gracia, ha revelado su manera de pensar y lo que desea para que sepamos vivir para agradarle. Además, nos ha dado a su Espíritu Santo a quienes ya hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador personal. El Espíritu nos imparte entendimiento de la Biblia, nos da dirección y nos capacita para seguirlo y obedecerlo. Es importante que alineemos nuestros pensamientos con los del Señor, porque nuestros pensamientos determinan nuestro estilo de vida. Si dependemos de nuestras propias ideas y no de la verdad de Dios, terminaremos en el camino equivocado y desperdiciaremos nuestro valioso tiempo.
Cuando los israelitas alejaron su mirada del Señor y se enfocaron en los obstáculos, desobedecieron sus instrucciones y se negaron a entrar a la tierra prometida. Como resultado, anduvieron errantes por el desierto durante cuarenta años, hasta que toda esa generación murió.
Para ser guiados por Dios, no podemos depender de nuestras emociones, ni dejar de pensar en el Señor, ni intentar imitar la manera de vivir de los demás. Tampoco podemos escoger nuestro camino, como lo hicieron los israelitas. Si ya hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador, también debemos aceptarlo como Señor de nuestra vida y rendirnos a su liderazgo y dirección, mientras leemos la Biblia para ver lo que Él nos ha dicho. Leer la Palabra de Dios de vez en cuando no será suficiente si aspiramos vivir conforme a su voluntad en un mundo opuesto a Dios y a nuestras creencias.
Para vivir conforme a la dirección de Dios debemos:
- Meditar en la Palabra de Dios. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. La Biblia es para nosotros hoy lo mismo que fue la columna de nube y de fuego para Israel. Es apta para guiarnos en la vida si leemos y meditamos en sus enseñanzas con regularidad y no solo cuando tengamos algún problema.
- Ser sensibles al liderazgo del Espíritu Santo. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Jn 16.13). El Espíritu Santo nos guía hacia la verdad de Dios, para que podamos discernir entre lo bueno y lo malo, entre la verdad y la mentira. Con la Palabra de Dios y su Espíritu ya tenemos todo lo necesario para una vida consagrada. Nuestra responsabilidad es ser buenos mayordomos de estos tesoros que Dios nos ha encomendado.
- Esperar el tiempo de Dios. “Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera” (Is 64.4). En vez de apresurarnos para comenzar nuestro día, debemos esperar por la dirección de Dios, mientras leemos su Palabra y la atesoramos en nuestro corazón, para que nos guíe a lo largo del día.
- Caminar aunque a veces la senda no se vea con claridad. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos” (Pr 3.5-8). Si nos sentimos confundidos, debemos confiar en el Señor y aprender a ver nuestra situación desde su perspectiva, como la indica su Palabra. Así tendremos claridad y discernimiento para cada día.
- Esforzarnos y ser valientes. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Jos 1.9). Mientras vivimos confiados en la Palabra de Dios, nuestra obediencia se fortalece por la presencia de su Espíritu en nosotros. Él es la fuente de nuestra esperanza, fortaleza y valentía.
- Estar dispuestos a enfrentar conflictos. “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hch 5.29-32). Vivimos en un mundo hostil hacia Dios y, quizás a veces, nuestras creencias entren en conflicto con la cultura. Por tanto, debemos depender del Espíritu Santo, quien nos da discernimiento, dirección y fortaleza, para que podamos permanecer fieles en tiempos de oposición.
- Obedecer a Dios y dejar las consecuencias en sus manos. Como el Señor siempre cumple su Palabra y sus promesas, podemos confiar en que se encargará de todo lo que suceda como resultado de nuestra obediencia.
REFLEXIÓN
- Aunque quizás usted afirme que es Dios quien guía su vida, la verdad de su profesión se evidencia en su diario vivir. ¿Comienza cada día leyendo y meditando en la Palabra de Dios? ¿Qué tan bien conoce al Señor de la manera en la cual Él se ha revelado en su Palabra? ¿Está usted familiarizado con los caminos de Dios?
- ¿De qué manera las redes sociales, la televisión, sus amistades y la cultura influencian su forma de pensar, sus valores y sus acciones? ¿Conoce la Biblia lo suficiente para poder discernir cuando todo eso está en oposición a Dios?
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Este mensaje es parte de la serie Lecciones que aprendemos de la vida de Moisés.