Basado en Proverbios 18.24, este mensaje examina el valor de tener un amigo verdadero, leal y temeroso de Dios. Además, el Dr. Stanley habla acerca del valor de elegir amistades sabias y de lo cuidadoso que debemos ser a la hora de entablar amistades.
Bosquejo del Sermón
CÓMO FORJAR RELACIONES SÓLIDAS
PASAJE CLAVE: Proverbios 18.24
LECTURAS DE APOYO: 1 Corintios 15.33
INTRODUCCIÓN
Los amigos son una de las posesiones más valiosas que tenemos en la vida.
Proverbios 18.24 nos advierte que “el hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano”. En otras palabras, es una bendición contar con un amigo fiel que nos anime, ayude y exhorte.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Las buenas amistades no surgen al azar. La calidad de lo que invirtamos en construirlas determinará cuán duraderas y satisfactorias serán.
Advertencias en cuanto a las relaciones
- Debido a la influencia que nuestros amigos tienen en nosotros, debemos ser cuidadosos al escogerlos. Necesitamos regirnos por principios y estándares sabios para poder apreciar el corazón de cualquier amigo potencial.
- También debemos ser sabios en cuanto a cómo cultivamos nuestras amistades. La Biblia nos advierte: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co 15.33). Las malas conversaciones y los malos amigos nos alejan del Señor.
El impacto de las amistades
Las amistades pueden…
- Deleitarnos. Las amistades cercanas casi siempre son una fuente de gozo.
- Edificarnos. Las amistades nos enseñan a llevarnos bien con otros, moldean nuestra personalidad y nos muestran cómo cultivar nuestras relaciones.
- Motivarnos. Compañías cercanas nos motivan para que demos lo mejor de nosotros.
- Desilusionarnos. En ocasiones, aún los mejores amigos nos pueden decepcionar o abandonar; pero esto no debería ser una excusa para no volver a confiar en otros.
- Afligirnos. Cuando vemos que un amigo fiel desobedece la Palabra de Dios, se dirige en la dirección equivocada o quizás hasta se aleja de sus caminos.
- Arrastrarnos. Si un amigo se aleja de Jesucristo y ya no desea agradarle, puede que nos presione para que le sigamos por ese camino equivocado. Ninguna amistad es tan valiosa como para que no podamos vivir sin ella. Puede que tengamos que alejarnos de un amigo con tal de mantenernos fieles a Dios.
- Destruirnos. Las amistades necias nos guiarán a tomar decisiones que destruirán nuestra vida y futuro.
Recompensas de las amistades
A pesar de los riesgos, las amistades cercanas producen grandes recompensas.
- Aceptación. Producen una sensación de aprobación y pertenencia.
- Amor. También nos hacen sentir amados.
- Cambio. Aunque las malas compañías pueden corromper las buenas costumbres, las buenas amistades fortalecen nuestro carácter y devoción por Cristo.
- Confidencialidad. Cuando una amistad llega a su nivel más profundo, podemos hablar con toda libertad acerca de las dificultades sin temor a ser juzgados. En vez de espantarse por nuestras debilidades y pecados, un amigo cercano nos acompañará a lo largo de los desafíos de la vida.
- Productividad. Las amistades genuinas nos inspiran a ser fructíferos. El gozo que nos da su compañía nos da la energía y entusiasmo que necesitamos en la vida.
- Seguridad. Un amigo fiel nos hace sentir seguros cuando enfrentamos críticas o tormentas de la vida, porque sabemos que no estamos solos. Aparte de Cristo, no hay nada que produzca más tranquilidad, que contar con un amigo creyente, que nos acompañe en cualquier circunstancia.
- Crecimiento espiritual. Cuando dos creyentes en Cristo se hacen amigos cercanos, cuentan con intereses comunes en asuntos del Padre celestial. Como han desarrollado una amistad profunda, pueden hablar y tratar de comprender la manera en la que Dios obra en sus vidas, por medio de las pruebas y sufrimientos. Viven comprometidos a crecer en su comunión con Cristo y a ayudarse el uno al otro a madurar.
Cómo forjar relaciones sólidas
- Compartir un interés común. Este no es el aspecto más importante de una amistad, pero es el que casi siempre origina esa relación.
- Enfocarse en suplir las necesidades de la otra persona. El enfoque no debe estar en nosotros, sino en nuestros amigos. Consideramos lo que es mejor para ellos y lo que debemos hacer para animarlos en su andar con Cristo.
- Correr el riesgo del rechazo y del dolor. Para desarrollar una amistad genuina, debemos estar dispuestos a bajar la guardia, aunque eso implique ofensas o rechazos. A veces debemos poner a un lado el dolor, para descubrir que vale la pena continuar con esa amistad.
- Amar de manera sacrificial. Eso significa que estamos dispuestos a dar sin esperar nada a cambio. Una amistad no solo consiste en recibir lo que deseamos o necesitamos. Habrá ocasiones en las que nos pondremos en un segundo plano, dejando de lado nuestras necesidades, con tal de poder ayudar a nuestros amigos.
- Ser abiertos y transparentes. Las amistades verdaderas se edifican sobre mutua sinceridad y el deseo de revelarnos tal y como somos.
- Servir con alegría. Las amistades genuinas no están basadas en lo que la otra persona puede hacer por nosotros. Más bien buscamos maneras de ayudar y animar
- a nuestros amigos. Sentimos gran gozo cuando vemos la amistad como una oportunidad de servir sin titubear para satisfacer las necesidades de la otra persona.
- Pedir perdón. Siempre habrá ocasiones en las que heriremos u ofenderemos a nuestros amigos. Si nos negamos a reconocer nuestro error o a perdonar la ofensa que nos han hecho, dañamos esa amistad. ¿Cómo podemos negarnos a perdonar si nuestro Salvador ha perdonado todos nuestros pecados?
- Aceptar las críticas y los halagos con buen ánimo. A la mayoría nos cuesta más trabajo recibir una crítica que un elogio. Sin embargo, para disfrutar de una amistad verdadera, debemos aceptar y aprender de las críticas, con la certeza de que vienen de alguien que nos ama y desea lo mejor para nosotros.
- Estar comprometidos al crecimiento espiritual mutuo. Cuando en verdad amamos a alguien, nuestro deseo es exhortarle en la Palabra de Dios, por medio de la
- oración y ayudarle a tomar decisiones sabias. Hablar de Cristo, orar unos por otros y compartir los desafíos que enfrentamos nos ayuda a edificar una amistad centrada en el Señor.
- Dejar que los principios bíblicos dicten la relación. Cuando nuestras conversaciones, reacciones y conducta están dirigidos por la Palabra de Dios, tenemos un cimiento sólido para amistades genuinas y duraderas.
REFLEXIÓN
- ¿Qué ha determinado la escogencia de sus amistades hasta ahora? ¿Qué pautas necesita adoptar para escoger con sabiduría a sus amistades?
- ¿Cuántos amigos amorosos y entregados tiene en la actualidad? Si no tiene amigos con estas características, ¿está dispuesto a invertir el tiempo necesario para cultivar amistades amorosas y entregadas?
- ¿Acaso siente temor al considerar la idea de permitir que alguien le conozca tal y como es? ¿De qué manera lo que ha vivido influye en su deseo de ser sincero con los demás? ¿Está dispuesto a derrumbar cualquier obstáculo para dejar que otros entren en su vida?