Solo hay un Dios verdadero, pero la Biblia enseña que Él tiene muchos títulos y funciones. En este mensaje, el Dr. Stanley destaca el alentador privilegio de llamar a Dios por su nombre más reconfortante: Padre. Usted puede conocer a Dios como su perfecto Padre celestial que lo ama de manera incondicional.
Bosquejo del Sermón
CÓMO CONOCER A DIOS COMO NUESTRO PADRE
PASAJE CLAVE: Mateo 6.8-14
LECTURAS DE APOYO: Salmo 32.8 | Proverbios 3.5, 6 | Malaquías 2.10 | Mateo 6.6-8, 25, 26 | Mateo 7.7-11 | Mateo 26.39 | Juan 8.37-44 | Juan 10.27-30 | Juan 11.41, 42 | Juan 16.13 | Juan 17.1 | Romanos 8.15-17 | Gálatas 3.26 | Filipenses 4.19 | Hebreos 12.5-11 | 1 Juan 3.1, 2,10
INTRODUCCIÓN
Tal vez el título de Dios que nos parezca más cercano y reconfortante en la Biblia sea el de “Padre”.
Sin importar cuál es nuestra necesidad, tenemos el privilegio de clamar al Soberano de todo el universo, de la misma manera en la que un niño acude a su padre terrenal. Nuestro Padre celestial siempre está dispuesto a guiarnos, saciarnos y protegernos. ¡Qué privilegio tan grande hemos recibido por medio de la relación personal que tenemos con su Hijo Jesucristo!
DESARROLLO DEL SERMÓN
En el Sermón del monte, Jesucristo les enseñó a sus discípulos la manera en la que podían hablar con Dios, en lo que muchos conocen como “La oración del Padrenuestro”; la cual es un modelo a seguir. Nos dice:
“No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal” (Mt 6.8-13).
Podemos conocer a Dios como Padre gracias a la revelación de Jesucristo.
En el Antiguo Testamento, a Dios se le llamó el Padre de la nación hebrea. Sin embargo, las personas no podían reclamar su paternidad en ninguna manera especial. Por el contrario, el Nuevo Testamento nos revela que cada creyente en Cristo puede relacionarse de manera personal con el Padre, como parte de una comunión íntima con nuestro Creador.
Jesucristo se refirió a Dios como Padre.
Jesucristo no nos reveló al Creador como un ser distante e inalcanzable, sino como un amoroso Padre celestial.
- En la oración modelo, Cristo instruyó a sus discípulos a comenzar sus oraciones con “Padre nuestro” (Mt 6.9).
- Explicó la importancia de hacer la voluntad del Padre (Mt 7.21).
- En el huerto de Getsemaní, Jesucristo oró: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mt 26.39).
- Catorce veces, durante el Sermón del monte, se refiere a Dios con el título de “Padre” (Mt 5-7).
- Ante la tumba de Lázaro, dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído” (Jn 11.41).
- La noche antes de la crucifixión, el Señor comenzó su oración, diciendo: “Padre, la hora ha llegado” (Jn 17.1).
Jesucristo siempre se refirió a Dios como su Padre. Y el mensaje del Nuevo Testamento nos indica que somos invitados a tener una relación similar con Dios.
El apóstol Pablo también reconoció a Dios como su Padre.
Pablo comienza cada una de sus epístolas con una referencia a Cristo. Su teología está basada en esta relación personal; en que somos hijos de Dios y coherederos con su Hijo Jesucristo. El mensaje de las epístolas del apóstol nos enseña que podemos llegar a conocer a nuestro Creador; no solo por su grandeza, sino también como un amoroso Padre.
Por medio de Jesucristo podemos conocer a Dios como nuestro Padre celestial.
De cierta manera, el Creador es el Padre de toda la humanidad. Sin embargo, es solo al depositar nuestra confianza en Cristo, como llegamos a ser hijo de Dios (Ga 3.26). Algunos aseguran que no hace falta creer en Cristo para tener una relación personal con Dios como Padre. Pero eso no fue lo que nuestro Salvador afirmó (Jn 8.42).
Lo bueno es que cualquier ser humano puede clamar a Cristo y llegar a ser hijo de Dios. Pablo enseña que: “habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro 8.15). El Señor nos cubre con su afecto: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn 3.1). Son nuestras acciones las que revelan si en verdad somos de Jesucristo (1 Jn 3.10).
Es bueno saber que, aunque fallemos, nuestra relación con Dios está sellada y asegurada. Jesucristo, al referirse a sus seguidores, dijo lo siguiente: “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn 10.29).
¿De qué manera nos expresa Dios su paternidad?
Un buen padre se preocupa y provee para sus hijos. Jesucristo revela a un Padre amoroso quien:
- Desea relacionarse con nosotros. Es gracias a Cristo que podemos tener una relación personal con Dios. Podemos ser sinceros con Él y compartirle cada una de nuestras dudas. En todo momento está listo a ayudarnos a vencer las tentaciones y a proveer para nosotros. Conocer a Dios como nuestro Padre nos permite tener comunión y unidad con Él.
- Desea comunicarse con nosotros. Nos escucha cuando oramos. Cuando habla, podemos reconocer su voz. Jesucristo afirma: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mt 7.7,8). Dios es como un buen padre que se deleita en suplir las necesidades de sus hijos (Mt 7.11).
- Nos ama de manera incondicional. El compromiso del Señor para con nosotros no está basado en nuestra naturaleza pecaminosa, sino en su naturaleza amorosa. Puede que el término “incondicional” no se encuentre en la Biblia, pero Dios el Padre nos ama de la misma manera en la que amó a Jesucristo (Jn 17.23).
- Satisface todas nuestras necesidades. Nuestro Padre sabe aquello que necesitamos aún antes de que oremos (Mt 6.8). No tenemos por qué afanarnos por las provisiones básicas; de la misma forma en la que provee a las aves, también proveerá para nuestras necesidades (Mt 6.25, 26). No existen padres humanos que siempre puedan ayudar a sus hijos. Pero nosotros sí contamos con un Padre que nunca nos abandona (Jn 15.26,27).
- Nos disciplina. Esta es una señal de que somos sus hijos (He 12.5-11). Así como los padres terrenales disciplinan a sus hijos para ayudarles a madurar, nuestro Padre celestial también lo hace para que podamos crecer en santidad. No nos deleitamos en su disciplina, pero esto es lo que nos lleva a un camino de integridad.
- Nos guía para hacer lo correcto. Proverbios 3.5, 6 dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. En el Salmo 32.8 encontramos una enseñanza similar: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”.
REFLEXIÓN
- ¿Cuáles de estas declaraciones acerca de Dios como Padre es la que más le anima, y por qué?
- ¿En algún momento ha sido disciplinado por el Señor? ¿De qué manera?
- El Padre nos guía a que hagamos lo correcto. Describa alguna ocasión en la que ha visto su dirección con claridad.