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Sermón de TV

Cómo andar en el favor de Dios, Pt. 3

En un mundo pecaminoso y malvado, ¿qué fue lo que distinguió a Noé? Al concluir su serie acerca de “Cómo andar en el favor de Dios”, el Dr. Stanley utiliza tanto la historia de obediencia de Noé, como ejemplos de su propia vida para ayudarnos a descubrir cómo podemos escuchar, confiar y obedecer al Señor. Cuando tomamos decisiones sabias que honran y dan gloria a Dios, encontraremos su favor en nuestras propias vidas.

Charles F. Stanley 12 de septiembre de 2020

En un mundo pecaminoso y malvado, ¿qué fue lo que distinguió a Noé?

Al concluir su serie acerca de “Cómo andar en el favor de Dios”, el Dr. Stanley utiliza tanto la historia de obediencia de Noé, como ejemplos de su propia vida para ayudarnos a descubrir cómo podemos escuchar, confiar y obedecer al Señor. Cuando tomamos decisiones sabias que honran y dan gloria a Dios, encontraremos su favor en nuestras propias vidas.


Este mensaje fue grabado antes de la crisis de COVID-19. Para proteger a nuestro personal y a la comunidad, estamos siguiendo las pautas de seguridad y practicando el distanciamiento social. Apreciamos su comprensión.


Bosquejo del Sermón

Cómo andar en el favor de Dios – Parte 3

PASAJE CLAVE: Génesis 6.5-14

LECTURAS DE APOYO: Génesis 7.1; 8.20-22; 9.11-13 | Romanos 10.9, 13

INTRODUCCIÓN

Después de leer la descripción de la hermosa creación de Dios en Génesis 1, pudiéramos preguntarnos por qué luego Él destruye al mundo con el diluvio.

Sucedió solo diez generaciones después de Adán y Eva. ¿Qué cambió durante ese tiempo? La respuesta es que el pecado entró al mundo y las consecuencias de la maldad todavía se sienten en nuestros días.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Para nosotros, una generación dura alrededor de cuarenta años, y en tan solo una o dos generaciones hemos sido testigos de la degeneración de nuestra sociedad. La prosperidad y el materialismo han aumentado, pero la reverencia por el día del Señor y el respeto hacia las demás personas han disminuido. Para poder determinar todo lo que ha cambiado en diez generaciones, debemos mirar atrás hasta el año 1620. El mundo en el que hoy vivimos es muy diferente al de ese entonces.

El estado del mundo antiguo

Para cuando pasaron diez generaciones desde que Adán y Eva fueron creados, la Tierra se había corrompido.

  • La evaluación de Dios: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn 6.5).
  • El corazón de Dios: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (Gn 6.6)
  • La decisión de Dios: “Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho” (Gn 6.7).

Un hombre justo

A pesar del desalentador y deplorable estado del mundo, había un hombre diferente a todos los demás: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová… Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé (vv. 8, 9). Aunque no estaba exento de pecar, Noé tenía tres características esenciales que lo distinguían de los demás: Escuchaba a Dios, confiaba en Él y lo obedecía. Por tanto, el Señor le reveló su plan de destruir la Tierra y le ordenó que edificara un arca (vv. 13, 14). Fue por medio de un hombre obediente que Dios salvó a la humanidad.

Preguntas desafiantes

Como también vivimos en un mundo pecaminoso, el cual se vuelve cada vez más malvado, debemos hacernos las siguientes preguntas:

  • ¿Dios nos ve como justos e inocentes?
  • ¿Podríamos describir nuestra manera de vivir como piadosa y santa?
  • ¿Somos diferentes a nuestro entorno cultural, o nos dejamos atrapar por los placeres y vanidades de este mundo?
  • De acuerdo a la manera en la que vivimos, ¿pueden otros decir que caminamos con Dios?
  • ¿Escuchamos, confiamos en Dios y obedecemos sus mandamientos? ¿Preferimos ser admirados por el mundo, o ser santos ante los ojos de Dios?

El Señor quiere que nos relacionemos de manera profunda, íntima y obediente con Él, en lugar de conformarnos al mundo que nos rodea. Lo cual significa que, en ocasiones, los que viven en pecado no desearán nuestra compañía para no sentirse incómodos. Eso es inevitable pues, al igual que Noé, andamos en luz mientras que las personas del mundo caminan en tinieblas y desean esquivar la luz que expone sus pecados.

Vivimos en un mundo condenado

Aunque Noé estaba seguro de que el Señor lo salvaría a él y a su familia en el arca, también sabía que todo a su alrededor sería destruido; incluyendo a los demás seres humanos. Así que, es muy probable que experimentara una mezcla de sentimientos y pensamientos mientras construía el arca en medio de una sociedad malvada, y les advertía del juicio venidero.

Lo mismo sucede en nuestros tiempos. Sabemos que sin Cristo el mundo no tiene esperanza alguna. La maldad irá en aumento. La seguridad no se puede encontrar en un país, sino solo en la relación con Dios, por medio de Jesucristo.

Encerrados a salvos en el arca

Cuando el arca fue terminada, Dios envió los animales a Noé. Como había escuchado, confiado y obedecido, tanto él como su familia fueron encerrados en el arca por la gracia de Dios. Después de que el Señor cerró la puerta, comenzó a llover, y la lluvia continuó durante cuarenta días y cuarenta noches. El agua no solo cayó del cielo, sino que también salió de las profundidades de la Tierra, hasta que todo fue cubierto.

Al igual que Noé, no sabemos cuándo Dios cerrará una puerta y nos pedirá que nos alejemos de todos con tal de serle fieles. La obediencia tiene límites bien definidos. No tenemos el derecho de cambiar lo que nos ha ordenado, ni de elegir el momento oportuno, ni de obedecer de manera parcial. Por eso es importante que escuchemos al Señor, que confiemos en su Palabra y que le obedezcamos. Esas tres características esenciales nos librarán de muchos problemas y hasta pueden salvar nuestra vida.

Un nuevo comienzo y una nueva promesa

Noé, su familia y los animales permanecieron en el arca por más de un año, mientras esperaban que las aguas descendieran. Dios consiguió lo que se había propuesto y rescató a Noé del diluvio. Después de decirle que saliera del arca, lo primero que hizo fue edificar un altar al Señor y ofrecerle sacrificios en alabanza. Como respuesta, Dios hizo un pacto con Noé, con sus descendientes y con toda criatura viviente de la Tierra: “Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (Gn 9.11). Y como señal de ese pacto, Dios puso el arcoíris en el cielo (v. 13).

La vida actual no es exactamente como la del mundo antiguo; sin embargo, en muchos sentidos es semejante. Y al igual que Noé, debemos escuchar a Dios, confiar en Él y obedecerle. No podemos darnos el lujo de ser como la gente de los días de Noé que no reconocía que su tiempo era corto. Su perversidad era evidente y extrema, y si bien no somos culpables de tal maldad, nuestra rebelión sigue siendo pecado. Sin la dependencia de Jesucristo como Salvador y Señor personal, nadie escapará del juicio de Dios.

Hoy Dios ofrece salvación, no por medio de un arca, sino por medio de su Hijo. En Romanos 10.9 nos da esta promesa: “Que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.

REFLEXIÓN

  • ¿Qué cambios ha visto en la sociedad en la que vive? ¿De qué manera usted es diferente a las demás personas? ¿Cómo se ha conformado con la mentalidad del mundo?
  • ¿Cuál es el destino de este mundo (2 P 3.5-7)? ¿Cómo debemos vivir entonces (vv. 8-16)?

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