Lleve su lectura de la Biblia a un nivel más profundo a medida que aprende a reconocer lo que su amoroso y todopoderoso Padre celestial le está comunicando de manera personal. El Dr. Stanley traza dieciséis características específicas de un mensaje que viene del Señor que le ayudará a entender sus instrucciones. Este práctico mensaje hará crecer su fe, inspirará su estudio de la Biblia y lo preparará para el servicio.
Este mensaje fue grabado antes de la crisis de COVID-19. Para proteger a nuestro personal y a la comunidad, estamos siguiendo las pautas de seguridad y practicando el distanciamiento social. Apreciamos su comprensión.
Bosquejo del Sermón
Al escuchar la voz de Dios
PASAJE CLAVE: Éxodo 3.1-5
LECTURAS DE APOYO: Éxodo 3.10-22 | Deuteronomio 31.6
INTRODUCCIÓN
¿Leería más la Biblia si pudiera entenderla mejor?
En ocasiones nuestro entendimiento se entorpece si leemos un pasaje bíblico muy rápido. Otras veces, sobre todo al leer relatos que ya conocemos, asumimos que no hay nada que podamos aprender de ese pasaje. Sin embargo, si leemos la Biblia con el deseo de saber lo que Dios quiere decirnos y cómo quiere que la apliquemos, sus palabras cobran sentido.
DESARROLLO DEL SERMÓN
• Sorpresa. Mientras Moisés pastoreaba las ovejas de su suegro Jetro, se sorprendió al ver que una zarza ardía sin consumirse. Sin embargo, algo mucho más extraordinario sucedió: “lo llamó Dios de en medio de la zarza” (Ex 3.1-4).
Del mismo modo, podemos ser sorprendidos cada vez que el Señor aplique a nuestra vida algún pasaje bíblico que hayamos leído. Quizás no era eso lo que buscábamos, pero el Espíritu Santo abrió nuestros ojos para que viéramos lo que deseaba que comprendiéramos.
• Personal. Después de captar su atención con la zarza ardiente, Dios le dio a Moisés un mensaje personal. “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (v. 10). Debemos leer la Biblia con la seguridad de que Dios nos habla personalmente mediante su Palabra.
• Específico. Las instrucciones que Dios le dio a Moisés no fueron generales, sino muy específicas. Tenía una misión particular para él: sacar a su pueblo de Egipto (v. 10).
• Aliento. El Señor alentó a Moisés al decirle: “te enviaré a faraón” (v. 10). Ese era el plan de Dios y lo cumpliría. La Biblia está llena de aliento para momentos de enfermedad, dificultad, dolor y sufrimiento. Solo tenemos que escuchar, creer y confiar en el Señor.
• Serio. Debemos reconocer que leer la Biblia es un asunto serio. El Señor desea que le demos toda nuestra atención y que comprendamos lo que nos dice. Si cooperamos en este proceso, podemos estar convencidos de que nos guiará en la vida.
• Mandato. Después de escuchar la orden de Dios, la primera reacción de Moisés fue negarse, al decir: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (v. 11). Solo podía ver los obstáculos que enfrentaría al ser obediente. Sin embargo, nuestro Padre celestial espera que lo obedezcamos, aunque nos sintamos insuficientes.
• Ineludible. A pesar de las excusas de Moisés, el Señor no cambió de planes ni de parecer; y lo mismo se aplica para nosotros. Aunque busquemos todo tipo de excusas para no hacer lo que Dios desea, sus mandamientos son ineludibles.
• Aterrador. Como Moisés había huido de Egipto como fugitivo, la idea de retornar con esa difícil misión debe haberlo llenado de miedo. ¿Quién diría que lo había enviado? Pero el Señor le reveló su nombre: “YO SOY EL QUE SOY” (v. 14). Él es el soberano Dios del universo, quien lo controla todo.
A veces la idea de obedecer a Dios puede llenarnos de miedo; pero tenemos la misma seguridad que Moisés. Cuando reconocemos que el gran YO SOY es quien nos ha llamado, nuestros temores se desvanecen y recibimos el valor necesario para obedecerle.
• Promesa. Dios también le dio una promesa a Moisés, al decirle: “Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte” (v. 12). Dios promete su ayuda, su presencia, su poder y su provisión a todos los que lo obedecen, así que nunca tenemos que ir con las manos vacías a la misión que nos ha encomendado.
• Certeza. En la Biblia encontramos instrucciones sobre lo que debemos hacer, aprendemos más acerca de quién es Dios, y tenemos la seguridad de su presencia con nosotros. Aunque a veces nos sintamos desamparados por nuestras circunstancias, solo debemos depender de la verdad y no de los sentimientos. El Señor nunca nos dejará, ni nos desamparará (Dt 31.6).
Dios le dio a Moisés esta certeza: “Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir” (Ex 3.19, 20).
• Requisito. Cuando el Señor comenzó su conversación con Moisés en la zarza ardiente, le dijo: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (v. 5). Moisés tuvo que reconocer la santidad de Dios; y nosotros debemos hacer lo mismo. Quizás lo que el Señor requiera de nosotros a otros les parezca insensato, pero es al dar un paso a la vez que aprendemos a ser obedientes. Quitarse los zapatos es fácil, pero regresar a Egipto es más difícil.
• Claridad. Dios no habla con generalidades. De manera clara le dijo a Moisés que lo enviaba a Egipto para rescatar a su pueblo (v. 10).
• Circunstancias. A menudo el Señor obra mediante nuestras circunstancias para que aprendamos a confiar en Él. La situación que enfrentaba Moisés requería una gran confianza en Dios. Liberar a millones de hebreos solo sería posible porque el gran YO SOY estaba con él. Hoy contamos con el Espíritu Santo, quien mora en nosotros y nos guía a obedecer al Señor.
• Meta. La meta para Moisés era evidente: liberar al pueblo de Dios. El Señor nunca nos llamará a algo sin que tenga una razón, un propósito o una meta. Si no nos revela lo que es, debemos confiar en Él.
• Inolvidable. Moisés había huido de Egipto para salvar su vida. Para regresar con valentía, tuvo que recordar que el Señor era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; el gran YO SOY, quien dijo: “Este es mi nombre para siempre; con Él se me recordará por todos los siglos” (v. 15).
• Reconfortante. Para reconfortar más a Moisés, el Señor le prometió que el pueblo no se iría con las manos vacías. Les daría gracia ante los ojos de los egipcios, para que les dieran todo lo que necesitaban al salir de la esclavitud para siempre (vv. 21, 22). En la conversación que tuvo con Moisés, Dios le prometió su presencia, sabiduría, provisión y poder, y Dios no ha cambiado. Podemos contar con todo eso cada vez que lo obedecemos.
REFLEXIÓN
- ¿Piensa que la Biblia es un libro aburrido? De ser así, use las palabras que hemos destacado para ayudarle a encontrar una aplicación personal al leer.
- ¿Abre su Biblia más seguido cuando necesita ayuda? Aunque esto es bueno, ¿cuáles son las ventajas de leer la Palabra de Dios a diario? ¿Cómo esto podría ayudarle a conocer, confiar y obedecer más a Dios?
Enlace de descarga
Este mensaje es parte de la serie Lecciones que aprendemos de la vida de Moisés.