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Sermón de TV

Al enfrentar un ataque satánico

¿Se siente como si fuera un soldado que pelea una guerra espiritual? Si es así, ¿conoce sus puntos débiles?

Charles F. Stanley 16 de octubre de 2021

¿Cuándo fue la última vez que se sintió vulnerable a una tentación? Nuestro mundo rebosa de tentaciones y, como cristianos, debemos esquivar las zonas en las que somos más débiles. A veces la atracción del pecado es tan fuerte que nuestras excusas para ceder se acumulan más rápidamente que las razones para resistir. El Dr. Stanley esboza la realidad de la guerra espiritual y los recursos del creyente para resistir con éxito la tentación, y protegerse del engaño.


Este mensaje fue grabado antes de la crisis de COVID-19. Para proteger a nuestro personal y a la comunidad, estamos siguiendo las pautas de seguridad y practicando el distanciamiento social. Apreciamos su comprensión.

Bosquejo del Sermón

Al enfrentar un ataque satánico

PASAJE CLAVE: Efesios 6.10-12

LECTURAS DE APOYO: 1 Corintios 10.13 | 1 Juan 1.9

INTRODUCCIÓN

¿Cuándo fue la última vez que se sintió vulnerable ante una tentación?


Todos nos hemos sentido de esa manera. Y, en ocasiones, la atracción es tan fuerte, que hasta buscamos excusas para rendirnos ante ella. Sin embargo, debemos hacer una pausa y reconocer que la voz que escuchamos proviene de Satanás y que el camino que nos ofrece conduce a la destrucción.


DESARROLLO DEL SERMÓN


Vivimos en una era de gran sensualidad en la que somos tentados de diversas maneras, y podemos reaccionar de diferentes formas. ¿Cederemos rápidamente sin luchar, lucharemos con éxito contra la tentación, intentaremos resistir — aunque al final nos daremos por vencidos— o inventaremos excusas para rendirnos?

La tentación comenzó con Adán y Eva poco después de la creación. Satanás le mintió a Eva acerca de los maravillosos beneficios de ingerir el fruto prohibido y ha seguido haciendo lo mismo con la humanidad desde ese instante. Solo cambia los elementos de las tentaciones de acuerdo con los deseos y las debilidades de cada persona.

El diablo sabe cuándo somos más vulnerables, qué es lo que más nos atrae y cómo convencernos de que necesitamos lo que nos ofrece. Tiene preparada una larga lista de justificaciones: “Mereces recibir esto. Nadie es perfecto. Dios te sigue amando y te perdonará”.

Sin embargo, aquellos que pertenecemos a Cristo, contamos con una estrategia para defendernos. La misma se describe al final de la epístola de Efesios. Los primeros tres capítulos de esta carta se enfocan en las riquezas espirituales que hemos recibido por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Los siguientes dos capítulos nos enseñan cómo vivir en rectitud con el Señor. Además, el capítulo seis enfatiza la batalla espiritual que enfrentamos y lo que Cristo ha provisto para que podamos resistir con éxito ante la tentación y el engaño.

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef 6.10-12).

¿Qué es un ataque satánico?


Es un asedio deliberado de Satanás sobre un individuo, con el propósito de hacerle daño, ya sea en su espíritu, alma, cuerpo, o en los tres aspectos. Estos ataques pueden suceder en cualquier momento o provenir de cualquier dirección. El diablo trata de hacernos tropezar cuando estamos más débiles, y sabe a quién o qué usar para lograrlo. Casi siempre nos tienta con aquello que no necesitamos o que no deberíamos buscar, para hacernos caer.

¿Cuáles son los objetivos de Satanás?

  • Alejarnos de Dios. Una de las metas del diablo es apartar nuestros pensamientos del Señor y de lo espiritual para que nos enfoquemos en los deseos materiales y sensuales.
  • Desviar el propósito de Dios en nuestra vida. Aunque nuestro Padre celestial tiene un poder infinito, el diablo siempre trata de sabotear lo que el Señor desea para nosotros.
  • Quitarle a Dios la adoración y la gloria que merece. Satanás detesta el hecho de que solo Dios sea digno de toda honra y adoración; por eso nos ofrece muchas opciones para distraernos de la adoración al Señor.
  • Destruirnos. Satanás anhela demoler nuestra relación con Dios, el interés y la fe que tenemos en el Señor, nuestro deseo de orar y la confianza en nuestra vida eterna. Sin embargo, sabemos que la Palabra de Dios asegura que nada puede separarnos de Cristo. Pero el diablo trata en todo momento de alejarnos de la verdad, al convencernos de que no tenemos tiempo para leer la Biblia, o de que no podremos comprender sus enseñanzas. Debemos recordar que es nuestro enemigo y que nos miente con el objetivo de evitar que vivamos siendo fieles y justos, tal como Dios lo desea.


¿Cuál es la estrategia de Satanás?

  • Engañarnos. Creer en las mentiras del diablo es el primer paso para seguirlo. Aquellos que aman el pecado se apresuran para dudar o distorsionar la verdad de la Palabra de Dios, con tal de justificar sus acciones. Buscan excusas para su pecado basados en su situación personal.
  • Dividirnos. Satanás busca dividir naciones, iglesias, familias y amistades. Desea crear caos por medio de la crítica y la desconfianza.
  • Destruirnos. Este es el objetivo principal del diablo, destruir nuestro testimonio, vida, estabilidad económica, matrimonio y familia al engañarnos y dividirnos.


Como Satanás siempre trata de engañar, dividir o destruir, debemos estar alertas y vigilantes en todo momento, y nunca pensar que somos demasiado fuertes para ser tentados. Ese exceso de confianza no es bueno, pues nuestra única esperanza debe consistir en estar firmes en el Señor y confiar en su poder y no en nuestras fuerzas.

Contamos con esta promesa divina que nos enseña a confiar en Él: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co 10.13).

Gracias a que Dios es fiel, no tenemos que ceder ante la tentación. Por tanto, debemos escoger confiar en Él y rechazar las tentaciones del diablo. Si hacemos lo contrario, nos dirigiremos hacia la destrucción. Las tentaciones deben incitarnos para alejarnos de cualquier excusa y para darnos cuenta de que aquello que el diablo nos ofrece no tiene cabida en la vida de un seguidor de Jesucristo.

Cuando hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador y nos hemos entregado a Él, podemos enfrentar las tentaciones con su fortaleza, pues su Espíritu Santo mora en nosotros. Es Él quien identifica las mentiras de Satanás y nos ayuda a reconocer cuán destructivas son. Aquellos que son sensibles a las verdades espirituales que el Señor revela son más cautelosos ante las tentaciones, pero los que no tienen discernimiento se rinden sin ofrecer resistencia alguna.

La Palabra de Dios es nuestra mayor fortaleza en contra del enemigo. Nos ayuda a discernir la verdad, y sus promesas nos dan la fe y la fortaleza que necesitamos para resistir las tentaciones. Pero, si mantenemos nuestra Biblia cerrada o solo la abrimos una vez a la semana, los domingos, perderemos nuestra defensa y nos convertiremos en víctimas de los engaños del diablo.

Debemos traer de inmediato cada debilidad y tentación ante el Señor, y pedirle las fuerzas para resistir. Mientras más nos mantengamos firmes, más fortalecidos seremos. Pero si flaqueamos y caemos, contamos con la promesa de que Dios nos limpiará y nos perdonará (1 Jn 1.9).

REFLEXIÓN

  • ¿Qué tipo de tentaciones enfrenta con regularidad? ¿Tiene alguna debilidad que le hace más vulnerable a esa seducción?
  • ¿Qué razones ha usado para justificar las ocasiones en las que se ha rendido ante la tentación?
  • ¿De qué manera, el haber vencido alguna tentación en el pasado, ha mejorado su capacidad de resistir futuras tentaciones?

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