Lo que creemos
Revise nuestra declaración de fe y nuestras doctrinas fundamentales sobre Jesucristo y el cristianismo.
Con usted a lo largo del tiempo
Ahora más que nunca, es importante saber en quién y en qué invierte su tiempo y sus recursos. Es necesario que esté seguro de que la enseñanza que está recibiendo está arraigada a la verdad absoluta de Dios. Hemos incluido esta sección acerca de nuestras creencias teológicas para que pueda sentirse seguro de haber encontrado lo que busca.
Dicho esto, todos los recursos de Ministerios En Contacto están fundamentados en las enseñanzas del Dr. Stanley y se ajustan al cristianismo evangélico bíblico e histórico. Lo más importante que queremos que usted sepa es que Jesucristo es Dios encarnado y que su sacrificio en la cruz es el único camino a la salvación. Una vez que usted acepta a Jesucristo como su Señor y Salvador, el Espíritu Santo viene a morar en usted para siempre, de modo que pueda aprender a experimentar la vida cristiana a medida que camina con Dios y estudia su Palabra.
Pasemos ahora a nuestras creencias teológicas específicas.
Las Sagradas Escrituras
Creemos que "toda la Escritura es inspirada por Dios" (2 Timoteo 3.16). Entendemos que esto quiere decir que toda la Biblia es inspirada porque los santos hombres de Dios fueron "inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1.21) para escribir cada Palabra de las Sagradas Escrituras. Creemos que esta inspiración divina se extiende igual y completamente a todas las partes de la Biblia tal como aparece en los manuscritos originales. Creemos que toda la Biblia en los originales es por tanto sin error. Creemos que todas las Sagradas Escrituras se centran alrededor del Señor Jesucristo en su persona y obra, en su primera y segunda venidas y, como consecuencia ninguna porción, aun del Antiguo Testamento, se lee y entiende correctamente solo hasta que conduce a Él. Creemos también que toda Biblia fue designada para nuestra instrucción práctica (Lucas 24.27, 44; Juan 5.39; Romanos 15.4; 1 Corintios 10.11; 2 Timoteo 3.16).
La Trinidad
Creemos en el Dios verdadero y viviente, el Creador, Redentor, Sustentador y Gobernador de todas las cosas. Él es infinito, eterno, inmutable y se ha revelado a nosotros como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Dios el Padre: Dios, como Padre, reina sobre todo su universo con cuidado providencial. El es todopoderoso, todo amante, todo conocedor y todo sabio (Gn 1.1; 1 Cr 29.10; Jer 10.10; Mt 6.9; Hch 1.7; Ro 8.14-15; 1 Co 8.6; 1 Co 15. 24; Ef 4.6).
Dios el Hijo: Creemos que el Señor Jesucristo se hizo hombre sin dejar de ser Dios, habiendo sido concebido por el Espíritu Santo y nacido de una virgen, a fin de poder revelar a Dios y redimir al hombre pecador al entregarse a sí mismo como un sacrificio sin pecado y expiatorio en la cruz, satisfaciendo así el justo juicio de Dios contra el pecado (Lc 1.34-35; Jn 1.1, 2, 14, 18; Ro 3.24-26; Ro 8.3).
Dios el Espíritu Santo: Creemos que el Espíritu Santo es la Persona divina que convence al mundo de pecado. Solo Él trae nueva vida a aquellos que están espiritualmente muertos; mora en ellos permanentemente, los sella para el día final de la redención, les confiere dones espirituales y llena (dirige) a aquellos que se entregan a Él (Jn 3.3-8; 14.16-17; 16.7-11; 1 Co 12.7-11, 13; Ef 4.30; 5.18).
La creación
Creemos que el hombre fue creado directamente por Dios y hecho a su imagen. Creemos que Dios creó los cielos y la tierra, incluyendo toda clase de vida, por un acto directo (Gn 1.1; Jn 1.3; Col 1.16-17).
El hombre
Aunque el hombre fue creado a la imagen de Dios, cayó en pecado y está perdido. Esto es cierto de todos los hombres y a menos que el hombre nazca de nuevo por el Espíritu Santo, no puede ver el reino de Dios (Génesis 1.26-27; Juan 3.3; Romanos 3.10, 23).
El mal
Creemos que Satanás es una persona, el autor del pecado y la razón de la caída del hombre, y que está destinado al juicio de un castigo eterno en el lago de fuego (Mateo 4.1-3; Hechos 5.3; 2 Corintios 4.4; Apocalipsis 20.10).
Propiciación por el pecado
Creemos que el Señor Jesucristo murió por nuestros pecados como un sacrificio expiatorio y que todos los que creen en Él son redimidos por su sangre derramada en la cruz. Creemos en la resurrección del cuerpo crucificado de nuestro Señor Jesucristo y en su ascensión al cielo; que Él es nuestro Sumo Sacerdote y Abogado (Juan 1.1-3, 14; 3.1-7; Hebreos 10.4-14; 1 Juan 2.2).
La salvación
Creemos que la salvación es un don de la gracia de Dios. No puede ser comprada ni hecha más segura por obras meritorias, sino que es otorgada gratuitamente a todos los que ponen su fe en la obra consumada por Jesucristo en el Calvario. Todos los que así confían en el Salvador son perdonados de sus pecados y nacidos en la familia de Dios por la obra regeneradora del Espíritu Santo (Juan 1.12; Hechos 16.30-33; Romanos 10.9-10; Efesios 1.7; 2.8-9).
Crememos que Jesús es el camino, la verdad, y la vida —el único camino para la vida eterna (Juan 14.6).
El andar del cristiano
Creemos que todos somos llamados a andar conforme al Espíritu y no a la carne, y a vivir de tal manera en el poder del Espíritu que mora en nosotros, que no satisfagamos la concupiscencia de la carne. Pero la carne jamás es erradicada en esta vida y el individuo decide mantener a la carne en sujeción a Jesucristo por medio del poder del Espíritu Santo o ella manifestará su presencia en nuestra vida para deshonra de nuestro Señor. (Ro 6.11-13; 8.2, 4, 12, 13; Ga 5.16-23; Ef 4.22-24; Col 2.1-10; 1 Pedro 1.14-16; 1 Juan 1.4-7; 3.5-9).
La Gran Comisión
Hasta el regreso de Cristo, el privilegio y deber del creyente es buscar el cumplimiento de la Gran Comisión de Cristo y ministrar en su nombre a un mundo necesitado. Debemos ser instrumentos de Jesucristo a medida que el Espíritu Santo ministra redención y reconciliación en el mundo (Mt 25.31-46; 28.18-20).
El camino de fe
Ministerios En Contacto es una organización religiosa con empleados que desean modelar ideales cristianos. Creemos que la aceptación de Jesucristo es una experiencia de crecimiento espiritual y que cambia la vida totalmente. Como tal, se espera que cada uno de nuestros empleados, independientemente de su posición en el ministerio, crean, aboguen y defiendan las Sagradas Escrituras y principios bíblicos en todo momento, incluyendo en las horas no laborables (2 Ti 4.2). La asistencia regular de la iglesia, la participación activa en nuestra misión, y modelos de conducta positiva como la de Cristo es importante y necesaria como representantes de Cristo en todo momento (Fil 4.8).