Muchos de nosotros gastamos gran cantidad de energía en el presente pensando en el pasado y en el futuro. Sabemos que el pasado está fuera de nuestro control, pero nos preocupa. Tendemos a creer que el futuro nos pertenece, pero nos preocupamos por lo que nos depara y por si traerá alegría o dolor.
El evangelio nos invita a confiar a Dios tanto el pasado como el futuro. Esa mentalidad nos libera para vivir para el Señor en el único momento que podemos: el presente. Sí, su plenitud es un aspecto del reino de Dios que todavía no ha llegado. Pero al mismo tiempo, vivimos en su reino aquí y ahora.
En Hebreos 3.13, el llamado a alentarnos unos a otros cada día no es una sugerencia; es una práctica vital para el crecimiento espiritual. Necesitamos el apoyo de hermanos en la fe que nos ayuden a superar con éxito los retos y las oportunidades de cada día. Animarnos unos a otros puede ser un faro de luz y esperanza para quienes nos rodean.
Ese es el enfoque del autor en Hebreos 3.13. Si queremos evitar que nuestros corazones se “endurezcan por el engaño del pecado”, debemos dar y recibir aliento. Es bueno decir palabras de afirmación, de esperanza y de responsabilidad sobre nuestra vida cristiana con regularidad. Pero incluso cuando se dan una sola vez, pueden tener un efecto duradero, mucho más allá del presente.
Biblia en un año: Hechos 27-28