Al Señor Jesús se le ha dado el nombre que está por encima de todos los demás nombres (Fil 2.9-11). Él tiene autoridad total sobre el cielo y la Tierra, y ejerce esa autoridad de acuerdo con los buenos propósitos de su Padre. Sin embargo, no todos reconocen el derecho del Señor a reinar. Algunos rechazan su señorío y hacen lo que les parece mejor.
Un día, cada persona reconocerá la autoridad de Cristo. Tal como Dios prometió, todos los seres creados, en el cielo, en la Tierra y debajo de ella se arrodillarán ante Él (Fil 2.10). ¡Qué día tan triunfante y glorioso será ese!
Aun antes de ese día, quienes seguimos a Cristo debemos vivir sometidos a su voluntad. Si Él es nuestro Señor, entonces nuestra vida gira en torno a Él y existimos para sus propósitos. Nuestro sometimiento a su voluntad es un desbordamiento natural de nuestro amor por Él y de su amor por nosotros. No es algo que tengamos que hacer; ¡es algo que podemos hacer! Vivir en sumisión al Señor nos da mayor gozo, paz, protección y propósito que elegir vivir a nuestra manera. Nuestras decisiones reflejarán el deseo de ser un testimonio vivo de su señorío.
Rendir el control a Jesucristo es la decisión más sabia y maravillosa que podemos tomar. ¿Es Él el Señor de su vida?
BIBLIA EN UN AÑO: JUECES 18-19