Las relaciones estrechas se caracterizan por la conexión con otra persona y el compromiso con su bienestar. Los conocidos tienen información superficial sobre nosotros, pero los verdaderos amigos conocen nuestras emociones, pensamientos y deseos más profundos, y Dios quiere tener esta clase de relación con nosotros.
Sin embargo, nuestra pecaminosidad hizo que eso pareciera imposible. Todos nacimos con una naturaleza pecaminosa (Ro 5.12) y nos hemos rebelado contra la autoridad perfecta de Dios (Ro 3.23; Ro 6.23). Ni las buenas obras ni los valores morales pueden superar el problema. Felizmente, la solución de Dios es cambiar nuestra naturaleza para que podamos ser parte de su familia. No obstante, la justicia divina aún debe ser satisfecha, y solo un sacrificio perfecto puede pagar por nuestros pecados (Dt 17.1). A lo largo de la historia, solo uno estuvo calificado: el Señor Jesús, quien dio su vida para que pudiéramos relacionarnos con Dios.
El Padre celestial ha hecho todo lo necesario para que estemos en su familia y experimentemos intimidad con Él. ¿Ha entrado usted en una relación con Dios por medio de la obra salvadora de su Hijo? Si no es así, haga de hoy su cumpleaños espiritual al recibir a Cristo como su Señor y Salvador personal.
BIBLIA EN UN AÑO: HEBREOS 10-11