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Cascadas de Hraunfossar, Islandia. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Una esperanza viva

La obra del Señor Jesucristo en la cruz destierra el miedo y garantiza nuestro futuro.

5 de enero de 2025

1 Pedro 1.3-5

La ciudad de Corinto se caracterizaba por mucha impiedad. Los creyentes allí habían sido una vez como sus conciudadanos: llenos de codicia, envidia, maldad, engaño e ira. Pero ahora eran nuevas criaturas, llenas del Espíritu Santo y adoptadas en la familia de Dios. El “estilo de vida corintio” ya no concordaba con quienes se habían convertido en Jesucristo.

En 1 Corintios 6.9-11, Pablo les recuerda a los creyentes que no se dejen influenciar por su cultura o antigua mentalidad. El apóstol no les advertía que podrían perder acceso al reino. Al contrario, los animaba a abandonar sus viejas costumbres y a comportarse como quienes realmente eran: hijos de Dios.

Nosotros también podemos confiar en que la salvación es permanente. Nunca podríamos redimirnos a nosotros mismos, así que Cristo hizo el trabajo (Jn 10.11-18). Luego, Dios resucitó al Señor y lo llevó al cielo. Ahora nuestro Salvador reina allí a la diestra de su Padre (Mr 16.19). Es importante entender que la obra consumada de Cristo en la cruz es la base de nuestra salvación. Esta conciencia destierra el miedo y nos llena de esperanza.

Lo que Dios logró —perdonar nuestros pecados, darnos una nueva naturaleza y adoptarnos en su familia— nadie puede deshacerlo. Eso nos da una esperanza viva que nos sostiene cada día.

BIBLIA EN UN AÑO: GÉNESIS 16-19

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