Ayer vimos que obedecer a Dios en los asuntos pequeños es esencial para recibir sus recompensas. Lo que Él nos pide que hagamos nunca es insignificante, aunque puede que no siempre reconozcamos su importancia. Pedro no podía imaginarse el impacto que un simple viaje en barca tendría en su vida. Pero su obediencia abrió la puerta para que Dios lo bendijera con un ministerio revolucionario.
Al Señor le complace que hagamos lo que nos pide, pero sufrimos las consecuencias cuando lo desobedecemos. Dios ama a sus hijos incondicionalmente y tiene un plan perfecto para cada uno. Obedecerlo abre de par en par nuestros corazones para dejar que su poder se derrame.
Como creyentes, debemos preguntar qué quiere Dios que hagamos en las situaciones cotidianas (Mt 6.11, 12). Debemos aprender a escuchar y ser sensibles a su voz. Al mantener nuestra mente sintonizada con Él, comenzaremos a entender la importancia de algunas decisiones que, de otro modo, apenas notaríamos.
Al reflexionar en cuanto al año que está por terminar, ¿puede ver la sabiduría de Dios guiándole a tomar buenas decisiones? Haga que el 2025 sea un año de obediencia. Elija confiar en Dios y reciba las bendiciones que Él quiere darle.
BIBLIA EN UN AÑO: APOCALIPSIS 18-22