¿Recuerda usted un momento en que estuvo perdido? Eso puede ser difícil de imaginar en esta era del GPS, pero no hace mucho dependíamos de mapas físicos, puntos de referencia y señales para identificar el camino correcto.
El himno “Veni, Veni, Emmanuel” llama a Adonai el “Señor del Poder” y nos recuerda cómo Dios mostró a los israelitas su camino. Comenzaron su viaje cuando una zarza ardiente le indicó a Moisés un camino diferente, y él a su vez los sacó del cautiverio en Egipto. Entonces Dios dirigió al pueblo a través del desierto por medio de columnas de nube y fuego. En el monte Sinaí, les dio los Diez Mandamientos, su ley, que proporcionaría un “mapa” que les enseñaría cómo caminar con Él.
Al final, Israel rechazó esa ley y siguió su propio camino. Felizmente, el plan redentor de Dios incluía una liberación aún mayor. Al presentar tanto a Moisés como a Jesucristo como legisladores que rescataron al pueblo, la Biblia muestra claramente al Señor Jesús como el nuevo y mejor Moisés. La diferencia crucial es que la ley del Antiguo Testamento exponía y condenaba el pecado, mientras que “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús” ofrece perdón y vida (Ro 8.2).
Al cantar “Ven, gran Señor del Poder”, honramos a Jesucristo como nuestro libertador y Señor. Oramos, también, por el valor necesario para seguirlo a Él y a su camino.
Biblia en un año: Santiago 1-5