Nuestro Padre celestial siempre es fiel a sus promesas. Podemos estar seguros de ello porque las hizo en base a su carácter veraz e inmutable (He 6.17, 18). Pero, a veces, cuando nuestras circunstancias son difíciles, tendemos a olvidar que siempre podemos confiar en Dios. Por eso necesitamos hacer una pausa cada cierto tiempo para recordar cómo Él ha suplido nuestras necesidades, guiándonos y protegiéndonos a lo largo del camino.
Muchas veces, durante los años, he sido beneficiario de la fidelidad de Dios a su Palabra. Por ejemplo, Romanos 10.13 dice: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. A pesar de mi falta de conocimiento bíblico a la edad de 12 años, reconocí que era un pecador e invoqué el perdón de Dios. Y Él me salvó, tal como decía su Palabra.
Ha habido muchas veces en las que Dios me ha proporcionado justo lo que necesitaba. Después de sentir el llamado a ser pastor, el Señor orquestó una serie de acontecimientos que me llevaron a recibir una beca completa para estudiar en la universidad.
Piense en la fidelidad de Dios para con usted. ¿Cómo ha dirigido su camino y respondido a sus necesidades? Al confiar en el Padre celestial, el Señor le demostrará cuán digno de confianza es Él.
Biblia en un año: Proverbios 13-15