Los cristianos hablamos a menudo de la salvación, pero ¿comprendemos en verdad lo que requiere? Muchos piensan que ser salvos es nuestra propia responsabilidad, pero en realidad es la obra de Dios. Él nos hace nacer de nuevo (1 P 1.3). Nuestra parte consiste en responder con fe al mensaje del evangelio cuando su Espíritu abre nuestro corazón para entenderlo.
El camino a la redención comienza con el entendimiento de que es imposible hacernos justos a nosotros mismos, ya que no podemos limpiar nuestra naturaleza pecaminosa. Para encontrar el favor del Señor, debemos confiar en el sacrificio que nuestro Salvador hizo por nosotros. Su crucifixión fue una demostración del odio de Dios al pecado y de su inmenso amor a la humanidad. El intachable Señor Jesús cargó con el castigo del pecado para que personas corruptas como nosotros pudiéramos ser justificadas mediante la fe en Él.
Sus buenas obras y sus actos de justicia nunca pueden ganarle el perdón y el favor de Dios. La única manera en que usted puede ser perdonado de sus pecados es a través de Jesucristo y su muerte sacrificial y expiatoria en el Calvario. No importa lo que usted haya hecho, puede ser declarado justificado si se aleja de sus pecados y confía en el Señor Jesús como su Salvador y Señor.
Biblia en un año: Josué 16-19
