La mayoría de la gente piensa en la Iglesia como un edificio, pero esa no es la definición bíblica. No es solo un lugar de reunión para la interacción social, la enseñanza bíblica y los proyectos de servicio. Más bien, la Iglesia está compuesta por todos los que hemos sido redimidos por Cristo. Él es la cabeza de la Iglesia, y los creyentes somos su Cuerpo.
En Mateo 16.18, el Señor Jesús dijo: “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Se refería a todo el Cuerpo de Cristo, que está compuesto por todos los creyentes del mundo de todas las generaciones. La Iglesia nació el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo vino y llenó a los seguidores del Señor Jesús, y continuará hasta el día del rapto, cuando los creyentes en Cristo seamos arrebatados para encontrarnos con Él en el cielo (1 Ts 4.16, 17).
Hasta entonces, nuestro trabajo como Cuerpo de Cristo es obedecer a nuestra Cabeza. Nosotros no somos quienes mandamos; Él es quien manda. El Señor edifica su Iglesia, pero nos usa a nosotros para hacer discípulos, bautizándolos y enseñándolos a obedecer todos sus mandamientos (Mt 28.19, 20). Nosotros no presentamos nuestros planes; solo seguimos los de Dios.
Biblia en un año: Marcos 3-5