En el primer capítulo del libro de Daniel, aprendemos que el joven está comprometido con la obediencia. La Biblia dice que Daniel “tomó una decisión” y la siguió con éxito. Pero cualquier cristiano podría decirle que la obediencia no es simple ni fácil.
Obediencia significa hacer lo que Dios dice en el momento, y de la manera que dice que se haga. Para obedecer, debemos saber lo que le agrada al Señor, lo cual requiere que leamos y nos familiaricemos con las Sagradas Escrituras. Luego confiemos en la ayuda del Espíritu Santo para entender la Palabra de Dios y darnos dirección. Por lo general, esos son los momentos en que surgen las pruebas.
A menudo, nos sentimos tentados a ir en otra dirección o a obedecer a medias. Ninguno de nosotros es perfecto, así que habrá ocasiones en las que fracasaremos y terminaremos pecando (Ro 3.23). Sin embargo, lo importante es que volvamos a Dios. En esos momentos, podemos usar la oración del rey David como guía: “Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal 51.10). Recuerde que, en última instancia, el objetivo de la obediencia es permanecer cerca de Dios, sin importar cuántos errores cometamos.
Biblia en un año: Job 9-12