Debido a que vivimos atados al tiempo, la eternidad es un concepto difícil de comprender. Sin embargo, Pablo nos recuerda que debemos poner nuestra mente en las cosas celestiales en vez de las terrenales. Y mantener el regreso de Cristo en el primer plano de nuestra mente nos ayuda a lograrlo. Entonces, se nos recordará cada día que debemos tener en cuenta el impacto eterno de nuestras decisiones.
Entender que Jesucristo podría regresar en cualquier momento mantiene a la Iglesia enfocada. Tenemos la responsabilidad de compartir el evangelio ampliamente para que el número de personas salvas se multiplique. Los creyentes y la iglesia como un todo deben querer llevar al mayor número de personas posible a la salvación eterna.
Recordar el regreso de Cristo también tiene un efecto purificador, porque nos motiva a abstenernos del pecado y a vivir en santidad (1 Jn 3.2, 3). Necesitamos “ser hallados por él sin mancha e irreprochables” cuando regrese (2 P 3.14).
Hay un gran consuelo en saber que un día estaremos libres del pecado y sus consecuencias, y que viviremos en un ambiente perfecto, con nuestro Señor reinando como Rey sobre toda la Tierra. Por eso decimos: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22.20).
Biblia en un año: Hebreos 4-6