El apóstol Pablo escribió extensamente acerca del carácter y la conducta de los creyentes. Instó a los cristianos a vivir de manera digna de su vocación (Ef 4.1) y a ser “imitadores de Dios” (Ef 5.1). Todas sus cartas a las iglesias incluyen una explicación de lo que significa vivir consagrados al Señor.
Una meta importante es eliminar la conducta pecaminosa y, en cambio, adoptar una manera de vivir que le agrade a Dios. Los actos de la “carne” ya no deben ser parte de nosotros. Ahora tenemos una nueva naturaleza y debemos comportarnos como corresponde.
Entonces, veamos de nuevo el pasaje de Gálatas 5 que leímos hace un par de días. En los versículos 19 al 21, Pablo enumera comportamientos específicos que deben cesar, y entre ellos están las hostilidades, contiendas, arrebatos de ira y disensiones. Estas acciones impías deben ser reemplazadas por el fruto del Espíritu (Ga 5.22, 23). Si estamos llenos de amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio, no estaremos de mal genio. En vez de hablar sin pensar, lo haremos con la sabiduría de Cristo.
Todos luchamos con alguna forma de comportamiento pecaminoso, pero no tenemos que continuar en él. El cambio es posible porque Cristo ha destruido el poder del pecado sobre nosotros, y su Espíritu obra sin cesar para transformarnos.
Biblia en un año: Daniel 7-9
