Dios quiere que sus hijos lo obedezcan y tomen decisiones correctas, por lo que acepta la responsabilidad total de guiarnos. De hecho, Él promete: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar” (Sal 32.8). Sin embargo, nuestra vida no está trazada en un manual de instrucciones que podamos leer en su totalidad. Seguir la voluntad de Dios es un proceso diario de confianza.
Aprendemos la voluntad de Dios leyendo su Palabra. Allí encontramos mandamientos que nos llevarán al éxito, y principios para la aplicación diaria. La Biblia no detalla cada situación posible que podríamos enfrentar, pero sus principios nos capacitan para tomar decisiones sobre cualquier circunstancia que encontremos. Estudiar la Palabra de Dios es la única manera para que un creyente reconozca la voluntad del Señor. El pasaje de hoy dice que las Sagradas Escrituras pueden darnos la sabiduría que necesitamos para estar capacitados del todo y equipados para la obra que Dios quiere que llevemos a cabo (2 Ti 3.15, 17).
Nuestro Padre celestial está guiando activamente cada incidente de nuestra vida, para lograr algo hermoso. Como creyentes, debemos escucharlo para discernir cuándo nos está revelando su voluntad.
BIBLIA EN UN AÑO: LEVÍTICO 5-7