En el pasaje de hoy, Pedro escribe: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios” (v. 6). Pero ¿cómo podemos hacerlo? He aquí algunas áreas de orgullo y soluciones para lidiar con ellas.
Posesiones. Comience por dar. Honrar a Dios con su diezmo es un buen punto de partida. El siguiente paso es dar a alguien necesitado, pero sin divulgar lo que ha hecho; mantenga su generosidad lo más secreta posible (Mt 6.1-4).
Posición. Reconozca que lo que ha logrado es porque Dios se lo ha concedido (Is 26.12). Nuestra posición en este mundo importa solo en la medida en que la usemos para glorificar a Dios (Stg 1.9-11).
Privilegio. Dese cuenta de que muchas cosas de las cuales puede enorgullecerse son el resultado del privilegio. Ninguno de nosotros se ha “hecho a sí mismo”; sin importar cuán duro haya trabajado usted, otros se han sacrificado para darle las oportunidades y libertades de las que usted disfruta. Recuerde que, en realidad, es la gracia de Dios la que le ha bendecido.
¿Qué puede hacer usted esta semana para cultivar la humildad? Cuando estamos dispuestos a confrontar activamente nuestro orgullo, Dios lo reemplazará con un espíritu que se ajusta a quienes somos en Cristo.
BIBLIA EN UN AÑO: DEUTERONOMIO 6-8