Todos nos apagamos en algún momento. Tal vez circunstancias difíciles nos han desanimado. O quizás seguimos adelante, pero sentimos que solo estamos haciendo las cosas por rutina: No hay gozo, no hay fruto. Pablo le dijo a Timoteo: “Aviva el fuego del don de Dios que hay en ti” (2 Ti 1.6). Pero ¿cómo?
RECARGUE: Arrodíllese ante el Señor y pídale que le llene de nuevo. Examine su vida, arrepiéntase de cualquier pecado y sométase a Él.
REENFÓQUESE: Nada apaga más el fuego que fijar los ojos en el problema. Siempre que nos enfocamos en los obstáculos, estos se hacen mayores. Pero cuando cambiamos nuestra mirada a Cristo, Él se hace más grande que cualquier dificultad que enfrentemos.
RECHACE: Cuando estamos deprimidos, el diablo susurra sus mentiras en nuestra mente: no puedes lograrlo, nadie te quiere, ¿por qué no desistes? Tenemos que reconocer que todos los pensamientos de desaliento vienen de él, y rechazarlos.
RETÍRESE: Escápese con el Señor, libre de distracciones, para avivar de nuevo su relación con Él.
Después de seguir todos estos pasos, tendrá un entusiasmo y un compromiso renovados. Las circunstancias difíciles pueden seguir, pero estará preparado para manejarlas porque no lo hará solo.
Biblia en un año: Nehemías 4-7