Con frecuencia escuchamos la palabra fe. Sin embargo, cuando una palabra se usa con frecuencia, puede volverse tan familiar que nos volvemos inmunes a su gran significado. Así que hoy, consideremos lo que realmente implica la fe.
Todo el mundo tiene fe. Por ejemplo, se necesita un grado de confianza en una silla de cocina para sentarse en ella sin primero probar su resistencia. Pero creer que los muebles soportarán nuestro peso es muy diferente a confiarle nuestra vida a Dios.
Entonces, ¿cuál es la definición bíblica de fe? En Hebreos 11.1, leemos que es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Y sabemos que sin fe es imposible agradar al Señor (He 11.6). De hecho, no hay nada que podamos hacer para ganar la salvación; la única manera de llegar al cielo es creyendo en la muerte sacrificial sustituta de Cristo en la cruz, quien pagó la pena que debíamos por nuestro pecado. Además, la fe no es algo que podamos crear dentro de nosotros; la Biblia es clara en cuanto a que es un don de Dios (Ef 2.8).
¿Ha aceptado usted el don de la fe en Dios y comenzado el maravilloso viaje que le invita a compartir con Él? Si no está seguro de haber entregado su vida al Señor con plena confianza, pídale que le guíe y revele la verdad.
BIBLIA EN UN AÑO: LEVÍTICO 24-25