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Maui, Hawái. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Nunca estamos realmente solos

La soledad nos brinda el espacio para escuchar la voz amorosa de nuestro Salvador.

29 de marzo de 2024

Salmo 139.7-10; Salmo 23.1-4

El Señor Jesús solía apartarse ocasionalmente, dejando incluso a sus discípulos atrás. Podríamos interpretar esto como su período de recarga, cuando se renovaba después de la intensidad del ministerio. Pero el propósito del Señor Jesús no era realmente estar solo, sino encontrar un espacio para encontrarse y estar con su Padre. Para Él (y para nosotros), esa es la verdadera oferta de la soledad: un silencio que nos permite escuchar la voz de Dios.

Vivimos en un mundo saturado de ruido, por lo que encontrar la soledad es esencial. Sin embargo, no debemos dar por sentado que estaremos solos, no si perseguimos el tipo de soledad que el Señor Jesús buscaba. El salmista escribe: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”(Sal 139.7, 8). La respuesta es a ninguna parte. Y esto es bueno. Dondequiera que él intente escapar de Dios, en lo alto, en lo bajo y en cualquier lugar intermedio, Dios está allí. Y no solo está presente, sino también involucrado: “Allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra” (Sal 139.10).

Muchas personas quieren tener tiempo para enfocarse en sí mismas; en otras palabras, “tiempo para mí”. Pero, como cristianos, debemos buscar el tipo de soledad que elimina las distracciones y crea un espacio para encontrarnos con el Señor.

Biblia en un año: 1 SAMUEL 17-18

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