¿Alguna vez se ha preguntado usted por qué algunas personas enfrentan las dificultades con confianza y valentía, mientras que otras se sienten atormentadas por las dudas y el miedo? Quizás una de las razones de la incertidumbre sea una visión inadecuada de quién es Jesucristo. Sabemos que Él es nuestro Señor y Salvador, pero ¿cuántos de nosotros lo conocemos como nuestro gran Sumo Sacerdote?
Hebreos 4.15 nos dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. El Señor Jesús entra en nuestra vida y experimenta nuestro sufrimiento, dolor y culpa junto con nosotros. ¿Alguna vez ha sido usted malinterpretado cuando hizo lo mejor que pudo? Piense en esto: ¿Alguien fue más malinterpretado que el Señor Jesús? Él conoció personalmente ese tipo de dolor. ¿Alguien a quien usted amaba le dijo que no, le cerró la puerta y se fue? El Señor también experimentó esto. Su propio pueblo lo despreció. ¿Y el Señor Jesús, el Inmaculado, comprende nuestros sentimientos de arrepentimiento y vergüenza? La Biblia nos dice que el Padre puso todos los pecados del mundo sobre Él. Jesucristo llevó la culpa de toda la humanidad.
BIBLIA EN UN AÑO: 2 CORINTIOS 9-13