Estar involucrado en una relación de rendición de cuentas es uno de los mayores regalos de la vida. Considere algunos de los excelentes ejemplos de la Biblia: Cristo rinde cuentas al Padre (Jn 8.28, 29), la Iglesia está sujeta a Cristo (Ef 5.24), y Pablo se sentía en deuda con la iglesia en Antioquía (Hch 14.27). Cuando tenemos a alguien con quien podemos compartir nuestros fracasos, debilidades, éxitos y anhelos, nos beneficiamos de varias maneras importantes.
Por un lado, la rendición de cuentas nos ayuda a desarrollar un sentido de responsabilidad e integridad y nos protege de tomar malas decisiones; pues, reflexionar en cuanto a nuestras acciones nos mantiene sinceros y humildes.
Dado que un consejero puede ver nuestras debilidades, está en mejor posición para ofrecer orientación, ánimo o corrección sincera. Para elegir a la persona adecuada, debemos buscar un creyente lleno del Espíritu que ofrezca sabiduría. También, queremos rendir cuentas a una persona que nos acepte y nos ame tal como somos, pero que también tenga el valor de confrontarnos.
Entonces, ¿dónde encontrará a esa persona? Posiblemente en la iglesia o entre su grupo de amigos. Comience a orar hoy por un consejero espiritual, y pídale a Dios que le ayude a convertirse usted en uno.
Biblia en un año: HECHOS 14-15