¿Alguna vez ha pensado en el Señor como el Galardonador? La Biblia nos dice que Él honra algo tan sencillo como dar un vaso de agua fría (Mt 10.42) o tan trascendental como morir como mártir por Cristo. Nada será pasado por alto por nuestro Salvador.
En Mateo 25.21, vemos estas recompensas descritas como elogios de Dios, mayores responsabilidades en el reino y participación en el gozo de Cristo. Las Sagradas Escrituras también hablan de varias coronas que Dios dará a quienes hayan vivido con fidelidad para el Señor, no para sí mismos. Cuanto más obedientes al Señor hayamos sido, mayor será nuestra capacidad de reflejar su gloria por toda la eternidad.
Nuestra mayor recompensa será el Señor mismo. Nuestra relación con Él será del todo perfecta, sin que ningún pecado se interponga entre nosotros. Por mucho que disfrutemos del Señor en este mundo, la comunión con Él será aún más rica y gratificante en el cielo.
Lo que hagamos en esta vida determinará, en gran medida, cómo Dios nos bendecirá en la vida venidera. Si vivimos para Él ahora, tendremos finalmente el privilegio de poner nuestras coronas a sus pies. Que vivamos cada día en la Tierra como una oportunidad de invertir para la eternidad.
BIBLIA EN UN AÑO: 1 SAMUEL 10-12