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Lago Vallecito, Durango, Colorado. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Nuestra fuente de esperanza

Por medio de la fe en Jesucristo, podemos vivir en la presencia de Dios por toda la eternidad.

4 de enero de 2025

Tito 2.11-14

Las personas tienen diferentes opiniones sobre quiénes van al cielo. Algunos creen que el ser buenos les garantizará la entrada. Otros, aunque reconocen que no son muy buenos, esperan que el que sean generosos o les guste ayudar a otros les permita ir al cielo.

Pero la Biblia dice que nuestras buenas acciones no determinan nuestro futuro en la eternidad (Ef 2.8,9). Más bien, es nuestra naturaleza pecaminosa la que crea una barrera entre nosotros y Dios. Como enseña Romanos 5.12, el pecado de Adán y Eva hizo que toda la humanidad comenzara la vida física muerta en pecado. Las buenas obras no pueden cambiar nuestra naturaleza impía, ni las malas decisiones pueden empeorar nuestra naturaleza.

Sin la ayuda de Dios, no tendríamos esperanza: encontraríamos cerrada la entrada al cielo y enfrentaríamos una separación eterna del Señor. Pero nuestro Padre celestial envió a su Hijo como nuestro sustituto: Cristo tomó nuestros pecados y recibió el castigo que merecíamos. Lo que éramos incapaces de hacer, Él lo logró por nosotros. Por medio de la fe en Cristo, tenemos la seguridad de que viviremos en la presencia de Dios para siempre.

Saber que estamos destinados al cielo da esperanza y significado a nuestra vida. Compartamos con otros acerca de Cristo, la fuente de nuestra esperanza.

BIBLIA EN UN AÑO: GÉNESIS 12-15

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