El Antiguo Testamento está lleno de profecías sobre la venida del Mesías. Es probable que, alguna de ellas hiciera que la gente se preguntara cómo alguien podría cumplir promesas tan extraordinarias. El nacimiento de esa persona sería “una buena noticia de gran gozo”, tal como proclamó el ángel (Lc 2.10). El Mesías sería...
Un descendiente de Abraham sentado en el trono de David. Mateo y Lucas trazan la genealogía de Cristo (Mt 1.1-17; Lc 3.23-38). Dios prometió que todas las naciones serían bendecidas por medio de Abraham (Gn 22.18), e Isaías profetizó que Cristo reinaría para siempre en el trono de David (Is 9.7). Los escritores de los Evangelios mostraron que Cristo podía reclamar una línea de descendencia directa de estos hombres.
Un hombre nacido en Belén, pero venido de Egipto. Aunque el lugar de nacimiento predicho del Mesías era Belén (Mi 5.2), se esperaba que saliera de Egipto (Os 11.1). Sabemos que un censo llevó a María y a José a Belén justo a tiempo para que naciera el Señor. Y el Evangelio de Mateo explica que para evitar la celosa ira de Herodes, la familia huyó a Egipto, regresando a Israel solo después de que el rey había muerto (Mt 2.13, 20, 21).
Dios fue específico al describir al Mesías para que la gente reconociera al Ungido y se alegrara de su venida.
BIBLIA EN UN AÑO: 1 CORINTIOS 14-16