Obtener su licencia de conducir le da a usted la libertad de manejar un automóvil, pero también significa que debe ser responsable y cumplir con las reglas para garantizar la seguridad de todos. Hasta las personas que viven en las naciones más libres tienen leyes que obedecer. Alguien puede desafiar la autoridad e intentar vivir como le plazca, pero esa persona sigue estando sujeta a ciertas realidades, como la gravedad y el tiempo.
Nuestra libertad en Cristo es un regalo precioso, pero no nos exime de responsabilidad, ni nos da licencia para hacer lo que nos plazca. Dios nos da libertad del pecado, no libertad para pecar. La Biblia nos exhorta a utilizar nuestra libertad para el bien de otros, en vez de hacerlo para satisfacer nuestros propios deseos (Ga 5.13). En otras palabras, debemos vivir para Jesucristo, no para nosotros mismos (2 Co 5.15).
Observe lo que hizo el Señor Jesús cuando sanó al cojo junto al estanque de Betesda y cuando salvó a la mujer adúltera de ser apedreada: los exhortó a ambos a vivir en santidad (Jn 5.1-14; 8.1-11). Hoy, su propósito es el mismo: Él nos restaura para que podamos amar a los demás por Él.
¿Cómo puede usted utilizar su libertad para servir a otros y vivir para Cristo?
Biblia en un año: Salmos 132-138
