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Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Las trampas de la irresponsabilidad

Como seguidores de Cristo, debemos representarlo en nuestro carácter, conducta y conversación.

8 de octubre de 2021

2 Tesalonicenses 3.6-13

Dios quiere que seamos diligentes en nuestro trabajo y fieles para cumplirlo a cabalidad. Pero en nuestra cultura egoísta y hambrienta de placer, es muy fácil dejarse llevar por la pereza o la irresponsabilidad. Este pecado es peligroso en la vida de un cristiano debido al daño que puede ocasionar: las relaciones con los seres queridos se debilitan, se pasan por alto las necesidades de los demás y nuestro trabajo se vuelve mediocre.

Como seguidores de Cristo, debemos representarlo en nuestro carácter, conducta y conversación. Pero la pereza indica que no somos confiables ni dignos de confianza. Es más, desperdicia tanto el tiempo como los dones que el Señor nos ha dado. Todas estas cosas destruyen nuestro testimonio.

El comportamiento irresponsable no corresponde a quienes somos en Cristo. Nuestro Señor es nuestro modelo de diligencia al haber glorificado al Padre haciendo todo lo que el Padre le encomendó (Jn 17.4). Un día, cada uno de nosotros rendirá cuenta a Dios y recibirá el pago por lo que hayamos hecho, ya sea bueno o sin ningún valor (2 Co 5.10). Si usted se da cuenta de que ha sido descuidado en algún área de su vida, confiéselo como pecado. Luego pídale a Dios la gracia para rechazar la pereza y buscar la diligencia.

Biblia en un año: Mateo 16-18

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