¿Se ha preguntado alguna vez por qué Dios permite que le ocurran cosas malas a usted o a sus seres queridos? Las dificultades y el sufrimiento son una consecuencia del pecado y de la condición del mundo, pero ¿por qué permite Él que experimentemos angustias? Aunque las pruebas son dolorosas, entender el propósito del Señor puede darnos alegría y esperanza. Cuando una persona es salva, comienza el proceso de santificación que tarda toda la vida. Y pocas cosas moldean tan bien nuestro carácter como el dolor. No obstante, nuestro crecimiento espiritual puede ser lento durante los tiempos placenteros, pero el dolor nos pone de rodillas en dependencia de Dios mientras buscamos su ayuda, fortaleza, consuelo y misericordia.
Otra razón por la que el Padre celestial permite las pruebas, es para probar y refinar nuestra fe. Cuando pasamos por el fuego de la aflicción y permanecemos fieles al Señor, salimos más seguros de nuestra salvación. Y no solo eso, sino que sentimos una mayor confianza en quien es Dios y en la relación que tenemos con Él. Entonces, cuando surja la próxima dificultad, recordemos la fidelidad de Dios durante las pruebas del pasado y descansemos con confianza en Él. Si nos sometemos al Señor, Él usará nuestras dificultades para hacernos madurar, lo cual es motivo de alegría.
Biblia en un año: Isaías 50-53