Podría ser tentador pensar que el pasaje de hoy se aplica solo a los jóvenes. Pero no importa nuestra edad, cada uno de nosotros debe huir de las tentaciones juveniles porque nos impiden buscar lo que Dios desea: la justicia, la fe, el amor y la paz con los hermanos en la fe.
¿Qué tenía Pablo en mente cuando escribió acerca de las “pasiones juveniles” en el versículo 22? Él se refería a los fuertes deseos incontrolados que son característicos de los jóvenes y personas inmaduras, pero que pueden continuar durante toda la vida cuando no se tiene la dirección del Espíritu Santo. En su primera epístola, Juan escribió: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (2 Ti 2.16). Estas características se relacionan con el egoísmo, la codicia, la ambición y el placer, a través de las cuales Satanás ha influenciado a los incrédulos en todas partes.
Todos estos anhelos van en contra de la voluntad de Dios para nosotros pues no provienen de Él. Los anhelos incontrolados de placer, entretenimiento, belleza, prominencia, posesiones, riqueza o popularidad están enfocados en uno mismo y nos impulsan a tratar de obtener lo que queremos. La manera de vencer es huir de ellos y comenzar a buscar los deseos del Señor para nuestra vida, como se revelan en su Palabra.
Biblia en un año: Romanos 1-3
