Piense en alguna ocasión en la que usted estuvo muy distraído; es poco probable que pudiera escuchar a Dios. A veces, cuando eso sucede, el Señor elige hablar por medio de circunstancias poco comunes.
Piense en Moisés en el capítulo 3 de Éxodo. Aunque había recibido una buena educación y sido criado por la realeza, fue desterrado al desierto. Sin duda, estuvo sorprendido por tales acontecimientos y preocupado con miedo, frustración y orgullo.
Pero Dios tenía grandes planes para Moisés. Así que le preparó algo que no podía ignorar: una zarza ardiente. Y aun más sorprendente, ¡el Señor habló a Moisés por medio de ella!
La Biblia nos da más ejemplos, como la asna de Balaam, a la que dio la capacidad de hablar (Nm 22.28). A veces, así es justo cómo actúa Dios: haciendo algo tan inusual que no tenemos más remedio que detenernos, mirar y escuchar.
Es útil reconocer a Dios en cada circunstancia, desde lo insólito e inesperado hasta lo más simple y ordinario. Al pasar tiempo en su Palabra y en oración, podemos llegar a percibirlo cada vez mejor. Y luego, ya sea que nuestra situación parezca increíblemente buena o insoportablemente mala, haremos bien en retroceder y pedirle al Señor que nos ayude a ver el asunto desde su perspectiva.
Biblia en un año: Marcos 1-2